Trasfondo Bíblico:
Romanos 14:1-15:7
Verdad central:
Los creyentes deben animarse unos a otros a crecer en el conocimiento de Cristo
y en semejanza a El.
Texto Áureo:
Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. Romanos
14:19
Objetivo:
Aprender principios bíblicos para promover el crecimiento espiritual y
proponerse seguirlos.
Bosquejo General
I. Respete las
diferencias individuales
A. Reconozca las diferenciasB. Ponga la mira en Jesús
II. Busque la paz
y la armonía
A. Los hermanos en la fe toman prioridadB. La vida del reino
III.
Edificándoos unos a otros
A. El deber de los fuertesB. El ejemplo de Cristo
Introducción
Muchas veces los
temas que crean más división en las iglesias son asuntos que no son esenciales
para la salvación. Entre los romanos y los demás primeros cristianos, uno de los
temas potencialmente divisivos era la clase de alimentos que los cristianos
podían comer. Este asunto quizá no crea mucha controversia en la mayoría de las
iglesias de hoy día; sin embargo, cada generación o cultura tiene sus propias
normas de conducta disputables.
Este estudio
examina cómo los cristianos deben responder a otros cuando tienen sinceras
diferencias de opinión. Necesitamos estructurar nuestro estilo de vida para que
otros creyentes sean edificados y Cristo sea honrado. Las prácticas que
sacrificamos para esa meta son un pequeño precio que pagar.
Comentario Bíblico
I. Respete las
diferencias individuales (Romanos 14:1-12)
A. Reconozca las diferencias
En la época de
Pablo como en la nuestra, los cristianos tenían diferentes ideas acerca de qué
modos de comportarse eran aceptables. Pablo sabía muy bien que muchos otros
cristianos no estaban tan libres del legalismo como él. El los describió como
"débiles" en la fe.
PREGUNTA: ¿Por
qué llamó Pablo "débil" a los que tenían normas de conducta más estrictas?
Los llamó débiles
porque todavía no comprendían totalmente lo que significaba ser justificados por
la fe. Daban demasiada importancia a acciones específicas que pensaban que
afectaban su salvación. Estas eran prácticas que un creyente más "maduro o
fuerte" reconocería como inofensivas.
Pablo notó que esta
diferencia de opinión ocasiona un doble peligro: (1) otros cristianos podrían
volverse impacientes con quienes establecen estas limitaciones, y (2) los
cristianos que limitan su estilo de vida podrían empezar a juzgar a los que no
lo hacen de la misma manera. En ambos casos, se interrumpe la armonía y unidad.
Pablo instó a los creyentes, cualquiera que fuera la posición de ellos en
asuntos menores, a aceptarse unos a otros y evitar discusiones (v. 1).
En los versículos 2
y 3 Pablo consideró un aspecto que era diferente entre los primeros cristianos —
la comida. Algunos cristianos (como el mismo Pablo) comían de todo sin que ello
molestara sus conciencias; otros tenían escrúpulos acerca de ciertos alimentos.
Otro tema
discutible era el cumplimiento de ciertos días religiosos (v. 5). Los judíos
cristianos tendían a aferrarse al día de reposo, el séptimo día de la semana,
como un día en que no llevaban a cabo actividades "seculares" para dedicarse de
manera exclusiva a la adoración. Otros cristianos habían empezado a observar el
primer día de la semana en honor de la resurrección de Cristo.
La discusión no es
la mejor manera de tratar con las debilidades de alguien o de cambiar sus
opiniones. Generalmente, la discusión sólo hará que la persona se aferré aun más
a su posición. Más bien que argumentar y debatir, escribió Pablo, que "cada uno
esté plenamente convencido en su propia mente" (v. 5).
PREGUNTA: ¿Era
la intención de Pablo que cada uno decidiera lo que está bien o mal?
La última frase del
versículo 5 no es un llamado a normas individuales de moralidad. En los
versículos siguientes Pablo dio una descripción convincente de la relación entre
el creyente y Cristo. Esta relación ha de tenerse en cuenta en todas las
decisiones personales que el cristiano tome.
B. Ponga la mira en Jesús.
Como lo indican los
versículos 6-9, cada cristiano es siervo de Cristo, y es a Cristo que responde
durante y después de esta vida. En lugar de despreciar al débil, y el débil
criticar al fuerte, y cada uno herirse el uno al otro, que cada persona, primero
que nada, se mire a sí mismo y al Señor.
Cada persona debe
vivir su vida a la luz de su relación con el Señor. Los cristianos "débiles" que
se sienten obligados a reconocer un día especial, deben hacerlo a la luz de la
relación que tienen con el Señor. Los que son "fuertes" al reconocer su libertad
para comer carne, también deben hacerlo a la luz de su relación con el Señor (v.
6).
"Ninguno de
nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí" (v. 7). No somos los dueños
de nuestro cuerpo; hemos "sido comprados por precio" (1 Corintios
6:19,20). Ya que toda nuestra vida y hasta nuestra muerte encuentran su
significado en el Señor, ¿deben nuestras acciones en el caso de cosas no
esenciales ser diferentes? Aquí Pablo les recordó a sus lectores el cuadro en
conjunto. Si consideramos la eternidad, todas las diferencias son triviales.
Los versículos
10-12 son un recordatorio de que Cristo observa todo lo que hacemos, y que es a
El a quien daremos cuenta. Los asuntos con que Pablo trató que estaban sujetos a
disputas no eran principios morales. Todos los creyentes son responsables de
vivir de acuerdo con normas divinas aun cuando están tratando de solucionar
detalles en la vida diaria que son moralmente neutrales.
Cada uno de
nosotros tendremos que rendir cuenta de nuestra vida a Cristo. Esto incluirá
cómo nos hemos conducido con otros creyentes. Ahora, como en los días de
Pablo, necesitamos recordar que algunos modos de comportarse discutibles son
inocentes en sí mismos. Se vuelven mortales cuando nosotros como cristianos,
seamos fuertes o débiles, olvidamos de amamos unos a otros. No es suficiente
estar correctos en la doctrina. También hemos de estarlo en el amor.
II. Busque la paz y
la armonía (Romanos 14:13-23)
A. Los hermanos en la fe toman prioridad
Pablo instruyó y
dirigió a los cristianos más fuertes respecto a la conducta que debían demostrar
hacia los que eran más débiles en la fe. Luego de afirmar la libertad de un
cristiano, les mostró cómo se puede y se debe imponer límites voluntarios en
esta libertad.
Pablo les advirtió
que los cristianos "fuertes" pueden ser un "tropiezo" para el hermano más
"débil" (v. 13). Un cristiano "tropieza" si sigue el ejemplo de un cristiano que
goza de más libertad, haciendo algo que sabe que su conciencia no aprobará.
Cuando un cristiano
insiste en disfrutar de ciertas libertades que son ofensivas para otros
creyentes, exhibe una falta de amor (v. 15). Esto puede arruinar el testimonio
de uno (v. 16). Si, por otra parte, el "fuerte" voluntariamente restringe su
libertad en beneficio de otros, los débiles son fortalecidos y la Iglesia goza
de más unidad.
Los alimentos son
un medio para un fin, no un fin en sí mismo. El reino de Dios no se preocupa con
qué vamos a comer o beber, sino más bien con la justicia, la paz, y el gozo en
el Espíritu Santo (v. 17). Los cristianos no son individuos aislados, sino
miembros de un cuerpo. Dentro de ese cuerpo, participan en la justicia que es
resultado del sacrificio de Cristo. Tienen parte en la paz que la redención del
Señor trae a una vida. Participan del Espíritu Santo que habita en ellos. Estos
son los denominadores comunes de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.
B. La vida del reino
Cuando los
cristianos están divididos por cosas insignificantes, le dan a la gente de
afuera motivo para burlarse de ellos y de su cristianismo. Recordar lo que es el
Reino, resultará en una vida que "agrada a Dios y es aprobado por los hombres"
(v. 18).
La libertad tiene
gran valor, pero lleva consigo responsabilidades. Como todas las cosas que son
buenas, debe usarse con buen sentido y propósito, ambos ingredientes del amor de
Dios. El hombre que come y hace "tropezar" a otro es el que come alimentos que
son limpios en sí mismos — todo alimento es limpio — pero come a pesar de que
está ofendiendo seriamente a su hermano (v.20).
En contraste con la
manera equivocada de ejercer la libertad. Pablo explicó la manera correcta de su
uso. Obramos correctamente cuando elegimos lo que edificará a otro más bien que
lo que lo perjudicará (v. 21). Pablo les preguntó a los lectores si tenían fe.
Estaba hablando de una convicción firme e inteligente delante de Dios que uno
está haciendo lo correcto. Esta convicción le permite al creyente estar seguro y
feliz en las decisiones que toma (v. 22).
PREGUNTA:
La persona que cree tener libertad para hacer todo lo que desea, ¿es
necesariamente un cristiano fuerte?
A pesar de que una
persona se considere fuerte en la fe, no debe suponer que ya lo sabe todo acerca
de algún tema. El cristiano "fuerte" no debe creer que es "más santo que los
demás" ni tratar al débil como su inferior. La debilidad más grande es confiar
en sus propias fuerzas.
En toda decisión,
es el juicio de Dios el que cuenta, no el nuestro ni el de cualquier otro. Cada
persona debe someter su fe, sus convicciones y sus hechos a los juicios
establecidos por Dios en su Palabra. Cualquier hecho que no proviene de la fe es
pecado. La fe es tener la convicción segura de que un hecho está de acuerdo con
la voluntad de Dios y su Palabra. Pablo indicó que hacer caso omiso de la
voluntad de Dios no es el único pecado. Si tenemos dudas sobre si nuestros
hechos son contrarios a la voluntad de Dios, no debemos llevarlos a cabo (v.
23).
III. Edificándoos
unos a otros (Romanos 15:1-7)
A. El deber de los fuertes
Todos debemos poder
llamamos fuertes, así como Pablo lo hizo. Pero cuando nos clasificamos como
fuertes, asumimos la obligación que va junto con la habilidad espiritual —
tolerancia por las flaquezas de los débiles.
La idea que Pablo
presentó no es soportar con buen humor las debilidades de los débiles ni
aguantarlas como una molestia perpetua. Más bien, pintó el cuadro de una carga
pesada que requiere mucha fuerza para cargarla hasta que se deseche. Llevamos
esta carga para ayudar a los débiles hasta que ellos también lleguen a ser
fuertes (w. 1,2).
PREGUNTA:
Si un cristiano se considera fuerte, ¿el crecimiento de quién debe preocuparle?
Los que son fuertes
no deben preocuparse sólo por su propio crecimiento, viviendo para agradarse a
si mismos. Más bien, deben tratar de edificar a los débiles, para ayudarles a
hacerse fuertes.
B. El ejemplo de Cristo
PREGUNTA:
¿Cómo puede un cristiano fuerte mostrar interés por el crecimiento espiritual de
otros cristianos?
Cristo es nuestro
ejemplo (v. 3). Ni siguiera él intentó agradarse a si mismo. Cristo agradó a
Dios a pesar de la horrible carga de los reproches de quienes eran enemigos de
Dios, todo lo cual cayó sobre Cristo. Seguir a Cristo es tener como suprema
motivación la meta de agradar a Dios.
Aprender a agradar
a Dios requiere que nos sintonicemos al mensaje de su Palabra. La preocupación
de Pablo era que los creyentes estuvieran de acuerdo aplicando las instrucciones
de las Escrituras a su vida (v. 4). Cuando todos los creyentes sepan lo que es
esta instrucción, entonces las cosas discutibles no causarán dificultades. Los
corazones y las mentes arraigadas en la Palabra de Dios resistirán toda
enseñanza falsa que aparezca dentro del cuerpo de creyentes. El versículo 5 nos
recuerda que la unidad no se puede alcanzar en nuestra fuerza humana. Estamos
naturalmente predispuestos al desacuerdo. Para que los creyentes tengan un
"mismo sentir" se requiere un acto a nuestro favor de parte del "Dios de la
paciencia y de la consolación". Con su ayuda, los cristianos pueden demostrar al
mundo un mismo sentir que le traiga gloria a El. Esto es a través de nuestra
confesión de la verdad del evangelio.
Puede haber muchas
diferencias en el Cuerpo, sobre el comportamiento, sobre doctrinas
insignificantes. Pero como dice el versículo 7, si Jesús ha aceptado a cada uno
de nosotros, ¿cómo podemos dejar de aceptamos unos a otros?
Aplicación
Este estudio ha
considerado asuntos relacionados con los creyentes "fuertes" y "débiles". El
principio fundamental detrás de lo que Pablo dijo en Romanos 14:1 a 15:7 es la
unidad de la Iglesia. Los débiles y los fuertes estamos unidos en virtud de la
fe justificadora que nos hace a todos un cuerpo en Cristo.
La tendencia de uno
y otro grupo es esperar que el otro cambie. El énfasis de las Escrituras es que
debemos aceptar a la otra persona tal como es y concentramos en la clase de
actitudes y comportamientos que debemos tener para poder edificarnos unos a
otros y así traer gloria a Dios.
El llamado a
aceptar las diferencias de otros no es un llamado a aceptar su pecado. Hasta
Pablo presentó ciertas reglas de conducta respecto al trato de otros creyentes
en la iglesia que se llaman cristianos pero que insisten en vivir en pecado. Los
demás miembros de la iglesia no debían juntarse con tales personas (1 Corintios
5:11).
Evidentemente, hay
una necesidad de discernir las prácticas de otras personas. Al confiar en la
dirección del Espíritu Santo en este asunto, podremos distinguir entre el
cristiano verdadero con quien no estamos de acuerdo, y el hipócrita mundano a
quien debemos evitar.
Ore como clase
porque cada alumno, en cuanto a asuntos discutibles, pueda basar su propio
comportamiento en la Palabra de Dios. Ore también porque cada uno tenga una
actitud correcta hacia otras personas cuyos puntos de vista respecto a estos
asuntos son diferentes
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