El día de su funeral, una gran multitud estuvo presente. Compungida, la gente escuchaba el mensaje del Evangelio, y muchos recordaban la abnegación de José. Algunos pensaban que como había hecho tantas buenas obras, éstas le asegurarían un lugar en el paraíso. Otros dudaban; no sabían qué pensar.
Pero la Palabra de Dios, que tiene toda la autoridad al respecto, dice: “El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo” (Gálatas 2:16). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
Estas declaraciones de la Palabra de Dios son el fundamento seguro de nuestra salvación. La Biblia también dice: “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Juan 5:13). ¡Qué maravillosa seguridad!
Poco después de haber oído este mensaje, una persona confesó: «Ustedes tienen certezas que nosotros no tenemos».
Estas certezas las da Dios. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).
Hechos 15:11
Juan 6:47
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