Una tarde participábamos en una
actividad rompehielos cuyo objetivo era adivinar las identidades de cada
uno de los presentes según las respuestas previas a una serie de
preguntas. «La idea que tiene esta persona sobre pasar un sábado
excelente es curiosear en un mercado de pulgas» —dijo, en tono de broma,
el líder de nuestra clase de solteros. Me sentí animada: «¿otra
fanática de las ventas de cosas usadas?» y entonces me preparé para
proponerle, tan pronto como revelaran su nombre, salir juntas de
compras. Sin embargo nunca la invité porque ella resultó ser un hombre, y
eso cambió todo. Me preocupó que él confundiera mi gesto de amistad con
una insinuación romántica y se sintiera obligado a pagar la cuenta de
un almuerzo, o presionado a sugerir una segunda cita.
Enfrentémoslo. A
la mayoría de nosotras nunca se nos enseñó cómo hacer amigos del sexo
opuesto. Cuando crecimos, nos dieron muchos consejos acerca de qué hacer
—y qué no hacer— con los novios. Pero… ¿con respecto a los amigos? Nos
criaron para asumir que los hombres y las mujeres que tenían un lazo
emocional también tenían un vínculo romántico. Toda amistad entre un
hombre y una mujer estaba a un paso del romance, y ése podía ir en dos
direcciones: un noviazgo estable o un corazón roto. La simple amistad se
consideraba algo extraño… hasta ahora.
«Hubiéramos perdido mucho si no
tuviéramos amistades con personas del sexo opuesto» —dice Jim Furrow,
profesor de Matrimonio y Familia en el Seminario Fuller en California.
«Estas amistades pueden ayudarnos a entender más a Dios porque vemos la
naturaleza complementaria de la forma en que fuimos creados como sus
hijos y la manera en que nos comportamos como hombres y mujeres hechos a
su semejanza.» Interactuamos con el sexo opuesto en el trabajo, en la
iglesia, en la escuela y en nuestros vecindarios. «Las amistades con
personas del sexo opuesto son inevitables.»
De igual forma existen riesgos. Después
de todo las amistades se basan en la atracción, y ésta puede llevar al
romance. Sin embargo, al igual que las personas deciden dar el
«siguiente paso» y saben precisamente cuándo hacerlo, también uno puede
escoger ser «sólo amigos». El secreto está en establecer límites y
apegarse a ellos. Como ayuda para cosechar las recompensas y evitar los
riesgos de las relaciones con personas del sexo opuesto, ya sea usted
casada o soltera, los expertos ofrecen los indicadores siguientes.
Establezca sus límites desde temprano.
Algunas mujeres rechazan todas las invitaciones para salir a almorzar
con los compañeros de trabajo porque creen que un cambio en el ambiente
indica también un cambio en el temperamento. El ambiente se vuelve más
social y deja de ser profesional. Otras mujeres saldrán con el grupo
solamente si éste es grande e incluye a otras mujeres. Incluso otras
podrían aceptar salir a almorzar solas con un hombre siempre y cuando
sea una reunión de negocios o que cada uno pague lo suyo. Permitir que
el acompañante masculino pague se parece mucho a una cita.
Los límites, al igual que la ética, son personales.
Sin embargo, afectan a aquellos con los que usted interactúa. La clave
es aceptar que la Biblia sea su guía y no dejarse influir por los demás,
que pueden tener límites distintos de los suyos. El tiempo para planear
sus respuestas es antes de que surjan las preguntas.
Evite los triángulos. Una
tentación se presenta cuando una mujer casada comparte con un amigo los
problemas de su vida amorosa, o viceversa, con la esperanza de que él
le exprese los puntos de vista del sexo opuesto. Este tipo de intimidad
emocional puede amenazar el matrimonio tanto como la intimidad física.
Los problemas personales se arreglan mejor entre marido y mujer con la
posible ayuda de un consejero pastoral.
Un tipo de amistad positiva con personas
del sexo opuesto, que fortifica el matrimonio en lugar de destruirlo,
es que otra pareja sea su mentor. Las relaciones saludables y bien
establecidas pueden servir como modelo.
Observe las pistas. Las
amistades cambian y necesitamos ajustar constantemente nuestros
límites, ya sea para restringir o fomentar los cambios. Algunas veces el
paso de la amistad al romance es bien acogido, en otras no. «He
recolectado testimonios de docenas de personas que se han enamorado
recientemente» —dice Arthur Aron, profesor de psicología e investigador
de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. «Generalmente,
su historia es algo así: “Lo conocía un poco pero nunca pensé en él
hasta que lo encontré un día en una tienda; me sonrió y de repente me di
cuenta de que le gustaba. Fue en ese momento cuando yo…”».
En ese instante una mujer tiene que
decidir cómo ajustará los límites de su amistad para adaptarse al
cambio. Aquí las claves son sus sentimientos y su estado civil. Si está
casada, será cortés pero fría; si es soltera y está interesada, tendrá
que detenerse para conversar.
Celebren sus diferencias.
Los expertos solían decir que una amistad entre un hombre y una mujer
casada siempre debería incluir a sus cónyuges. El problema con ese
consejo es que los cónyuges no siempre comparten el interés en el que se
basa la amistad del dúo. Dos compañeros de trabajo pueden ser capaces
de pasar horas conversando animadamente, pero en el momento en que sus
parejas se involucran la conversación se vuelve lenta. Cuando se unen
los cuatro, tienen muy poco en común.
Una de las ventajas de las amistades
hombre-mujer es que pueden reducir las expectativas que tenemos de
nuestro cónyuge. Por ejemplo, a mí tal vez no me gusta reparar
computadoras, pero eso no significa que mi esposo deba privarse de su
pasatiempo favorito. Un club mixto de fanáticos de computadoras puede
mantenerlo en contacto con su pasatiempo y darme a mí tranquilidad al
respecto.
Esté consciente de la impresión que
deja. Sin importar lo inocente que sea su amistad, las personas pueden
pensar mal si usted y su amigo pasan mucho tiempo juntos, se alejan de
los demás, o se ven en lugares extraños a horas poco comunes. Tomarse
algo juntos durante el receso de la oficina es una cosa, pero pasar
horas en una cafetería después del trabajo es otra. Viajar juntos en la
mañana para ir al trabajo tiene sentido, regresar a casa por la ruta
escénica no. En primera Tesalonicenses 5.22 se dice: «Absteneos de toda
forma de mal.» Esté consciente de los mensajes que envía: pueden ser
difíciles de comprender.
Pregúntese: ¿está Dios en esta relación?
Siempre he creído que el Señor trae personas a nuestra vida por razones
especiales. Tal vez necesitamos a alguien para aliviar nuestra carga en
el trabajo, compartir un pasatiempo, hacernos reír, resolver un
problema, darnos un consejo, proveernos un ejemplo, o fortalecer nuestra
fe. El Señor no pone a las personas en nuestro camino para tentarnos,
para levantar un muro en nuestro matrimonio, o para desviarnos de
nuestros valores.
Así como le pedimos a Dios que bendiga
nuestras amistades, también deberíamos pedirle que nos guíe y proteja
especialmente cuando establecemos los límites en nuestras amistades con
personas del sexo opuesto. De hecho, conviene hacernos la pregunta
siguiente: ¿esta amistad honra a Dios? Cuando sentimos la aprobación de
Dios y establecemos límites apropiados, podemos disfrutar verdaderamente
de una de las bendiciones más ricas en la vida: el regalo de la
amistad.
Autor: Holly G. Miller

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