Históricamente, la brújula es una caja que tiene una aguja magnética
que, al girar sobre un eje, señala el norte magnético. Ya que el saber
qué dirección es norte sirve de punto de referencia para determinar
los demás puntos cardinales en la superficie terrestre, la brújula
magnética llegó a ser un instrumento indispensable para los navegantes,
los topógrafos, los guías y los exploradores del pasado. Su aguja
imantada los orientaba a todos por igual, ayudándolos a encontrar y a
mantener el rumbo.
Al pensar en lo útil que era que la brújula magnética apuntara
siempre en una dirección septentrional, es decir, hacia el norte, a
Moshe Ashin, un judío ortodoxo, se le ocurrió que sería muy útil
también que hubiera una brújula que siempre apuntara en una dirección
espiritual, por ejemplo, hacia Jerusalén, considerada la ciudad más
santa del mundo. Así que Ashin dio a conocer que había desarrollado un
sistema de recalibración que mantiene la aguja de la brújula señalando
constantemente en dirección a Jerusalén desde cualquier parte del
mundo. Según su propia declaración, inventó «La brújula de Jerusalén»
inspirado por Dios mismo, con la esperanza de que sirviera de
recordatorio visual de lo que la Biblia dice acerca de esa ciudad. 1
Es que, en el Salmo 122, el rey David anima a su pueblo a que ore
por la paz de Jerusalén. «Pidamos por la paz de Jerusalén —dice el
salmista—: “Que vivan en paz los que te aman. Que haya paz dentro de
tus murallas”.... ¡Deseo que tengas paz!»
No hay ciudad alguna a la que no le convendría que todo el mundo
orara por ella para que tuviera paz. Pero tal vez Jerusalén sea la
ciudad que más la necesite. ¿Acaso hay otra ciudad de la que pueda
decirse que se han librado guerras por ella, siglo tras siglo, a lo
largo de cuatro mil años? Lo triste es que seguirá habiendo guerras en
torno a ella, no sólo a causa de las religiones universales en
conflicto que la consideran su ciudad santa, sino porque la Biblia dice
que así ha de ser.
Pero la Biblia no se limita a pronosticar conflictos bélicos ni
plagas universales ni hecatombes naturales, como alegan algunos. Al
contrario, lo que motiva a sus inspirados autores a hacer tales
pronósticos es que no sólo sirven de advertencia sino también de
prólogo para establecer la urgencia de encontrar una salida. De ahí que
le dediquen tanto espacio a presentar el plan de Dios. Pues Dios, en su
infinita misericordia, siempre se ha interesado en proveer un refugio
para cada tormenta, un indulto para cada pecado, un remedio para cada
mal, y una solución para cada problema que afronta el ser humano.
De modo que la función más valiosa que pudiera llegar a cumplir
«La brújula de Jerusalén», si funcionara correctamente, no es sólo
recordarnos lo que la Biblia dice acerca de Jerusalén, sino recordarnos
que la Biblia misma, que apunta siempre hacia Dios, es la brújula
indispensable para todos los que buscamos a Dios, tanto para los que
deseamos acercarnos más a Él como para los que hemos perdido nuestro
rumbo
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