Fondo bíblico: Mateo 16:13-20; Lucas 24:49; Hechos 1:8; 2:42,44-47
Verdad central: La Iglesia está fundada sobre Jesucristo y revestida por el
Espíritu Santo.
Texto áureo: Y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
Objetivo
Comprender la dinámica de la fundación de la Iglesia y ayudar a perpetuar estos
principios espirituales en la iglesia local.
Bosquejo General
I.
Sobre la Roca
A.
Errores del ser humano
B.
Revelación divina
II. Investidos de poder
A.
La promesa del Padre
B.
Poder para testificar
III. Fortalecidos por la comunión
A.
Prioridades importantes
B.
Unidos en amor
Introducción
Identifique lo que Jesús vino a edificar en el mundo. El usó una palabra que era
bien conocida entre los griegos. Era la palabra "ecclesia" que significaba
"llamados aparte". Esto identificaba a un grupo de ciudadanos griegos que se
reunían para discutir los asuntos del Estado. Cuando estos individuos se
reunían, ellos por un tiempo eran un cuerpo diferente al resto de la población.
Mientras se ocupaban de sus asuntos, ellos eran una "ecclesia". En Mateo 16:18,
la palabra que normalmente se traduce "asamblea" se traduce "iglesia". Esto
recalca que la Iglesia que Jesús vino a edificar es diferente a cualquier otra
organización. Es un cuerpo. Aquí la palabra cuerpo es apropiada; el cuerpo puede
referirse a cualquier grupo de personas que se reúne con un mismo propósito,
diferenciándose del resto del mundo por el estilo de vida de sus miembros, sus
puntos de vista, motivos y lo que es más importante, por su relación con Dios.
Comentario Bíblico
1.
Sobre la Roca (Mateo 16:13-20)
A.
Errores del ser humano
Jesús revelaba verdades espirituales a sus discípulos a medida que ellos las
podían captar. Hasta este punto El no había dicho nada acerca de edificar su
Iglesia. Ellos todavía no eran aptos para entender tal declaración.
Pregunta: ¿Por qué les preguntó Jesús a sus discípulos lo que la gente
estaba diciendo acerca de El?
Jesús sabía, por supuesto, pero El quería que ellos se lo dijeran. Era vital que
ellos supieran que Jesús era el fundamento de la Iglesia, para así no
categorizarlo con los demás, ni aun con el más grande de todos los profetas. Por
lo tanto, El les hizo una segunda pregunta. A Jesús realmente no le importaba lo
que el pueblo tenía que decir de El. Más bien era lo que sus seguidores creían
acerca de El lo que le interesaba más.
Ninguno de los individuos citados por los discípulos sugirió que Jesús podría
ser el Mesías. El no cuadraba con el concepto que ellos tenían de cómo el Mesías
debía ser. Esperaban a un rey-guerrero que derribaría al imperio romano. No
podían imaginar a Jesús al frente de un levantamiento militar, y sin embargo,
sintieron una cualidad espiritual en las enseñanzas de El. La única respuesta
que se les ocurrió fue: "El debe de ser un profeta."
En
un sentido esto era un cumplido, porque los judíos tenían a Elías, Jeremías y a
sus colegas profetas en alta estima.
B.
Revelación divina
Pedro era el que invariablemente hablaba por todo el grupo. Parece que habían
discutido este tema entre ellos y que Pedro expresó el sentimiento de todos. Sin
embargo, por la bendición que Jesús pronunció sobre Pedro, parece que él fue el
primero en captar la verdad de la deidad de Jesús.
Pregunta: ¿Qué quiso decir Jesús por la expresión "carne ni sangre"?
Jesús la usó para referirse al entendimiento y razonamiento humano. Quiso decir
que Pedro no había aprendido esta verdad de ningún hombre. Era la clase de
revelación que sólo podía venir del Espíritu Santo de Dios.
Es
lamentable que algunos hayan entendido que Jesús edificaría Su Iglesia sobre
Pedro. Nuestro Señor usó las dos palabras griegas que se traducen "Pedro" y
"roca". La "roca" sobre la que Jesús dijo que El construiría su iglesia es
"petra", que quiere decir una gran masa de piedra. La palabra traducida "Pedro"
es "petros", que significa una piedra pequeña. Pedro seguramente sería una de
las piedras vivas que formaría parte de la Iglesia. Ningún ser humano podría ser
su fundamento. Pero la roca sobre la que la Iglesia está edificada es la verdad
que Pedro confesó. Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Esta roca es
inquebrantable e inamovible.
No
hay otra cosa que represente la fuerza de Satanás más que la muerte. Es nuestro
enemigo más grande y se debe a que el pecado entró en el mundo. Sin embargo.
Cristo prometió que ni siquiera los poderes espirituales representados por las
regiones de la muerte, ("el Hades", Infierno) prevalecerían contra la Iglesia.
En
las Escrituras, una llave representa autoridad. Abre puertas que están cerradas
a aquellos que no la tienen. En ese momento, Jesús sabía lo que Pedro no
entendía, que la Iglesia sería un cuerpo tanto de gentiles como de judíos.
Cristo daría el privilegio de abrir las puertas del Reino a los judíos primero
(Hechos 2:14-42). Poco después, Pedro abriría las puertas a los gentiles. El
predicaría el evangelio a los que estaban fuera del pacto de Dios (Hechos 10).
El
atar y desatar a lo que Jesús se refirió en Mateo 16:19 más tarde se extendió al
resto de los Doce (Mateo 18:18). Esto representaba la disciplina que ellos
tendrían que administrar a los líderes de la Iglesia. En su ministerio de
disciplina ellos estarían ministrando bajo la autoridad de Jesús. El juicio de
Dios sobre Ananías y Sátira es un ejemplo (Hechos 5:1-10). Pedro anunció en ese
tiempo la sentencia que el cielo había decretado para estos individuos
culpables.
Por otra parte, Pedro pudo anunciarle a la casa de Cornelio que habían sido
librados de sus pecados porque habían sido perdonados en el cielo luego de
recibir a Cristo como Señor y Salvador (Hechos 10:44-47).
Pregunta: ¿Por qué te dijo Jesús a sus discípulos que no le dijeran a nadie
que Él era el Mesías?
Ya
que el pueblo esperaba a un Mesías que establecería un reino terrenal en ese
tiempo, posiblemente tales nuevas incitarían una revolución entre los judíos.
Eso tenía que evitarse.
II. Investidos de poder (Lucas 24:49; Hechos 1:8)
A.
La Promesa del Padre
Jesús dijo las palabras de este versículo después de decirles a sus seguidores
que el mensaje de redención debía predicarse en Jerusalén y hasta lo último de
la tierra. La urgencia de ese anuncio hace aún más trascendental su mandato a
ellos de "pero quedaos vosotros en la ciudad ... ". Algo tan importante que
requería una demora en la misión de ellos no podía tomarse a la ligera.
Pregunta: ¿A qué promesa de "mi Padre" se estaba refiriendo Jesús?
Las Escrituras están llenas de las promesas del Padre, pero esta se refería al
derramamiento del Espíritu Santo. El pasaje en el Antiguo Testamento que Jesús
identificaría de esta manera parece ser Joel 2:28-32. Como muchas otras
promesas, esta podía ser comprendida solamente después de su cumplimiento, que
comenzó en el Día de Pentecostés y que continúa hasta hoy.
Pregunta: ¿Por qué fue necesario que los discípulos se quedaran en la
ciudad?
Jesús sabía que el Espíritu Santo seria derramado el Día de Pentecostés. El
mandato de que los discípulos se quedaran en Jerusalén, no era para persuadir al
Padre a cumplir su Promesa. Siempre había sido su plan de comenzar la nueva
dispensación en el día que los judíos celebraban la "Fiesta de las Semanas"
llamada Pentecostés en el Nuevo Testamento. Eso sería a los diez días de la
ascención de Jesús; de ahí la necesidad de "quedarse" y esperar.
La
palabra griega traducida "investidos" significa poner como ropa. Jesús
"investiría" a sus discípulos con poder que les permitiría llevar el evangelio
por todo el mundo a pesar de la gran oposición que enfrentarían. Algunas veces
soportarían muchos sufrimientos como prisiones y aun la muerte los amenazaría.
Pero el poder con el que estarían "investidos" los haría más que vencedores ante
los conflictos más terribles.
No
había duda en cuanto a la fuente de este poder. Vendría de "lo alto". No se
originaría en la tierra. Ningún ser humano podría producirlo o duplicarlo. La
expresión griega traducida "desde lo alto" ocurre en otros pasajes que se
refieren a la esfera celestial. (Vea Lucas 1:78). La visitación que los
discípulos experimentarían en el Aposento Alto, también vino de "lo alto": del
cielo.
B.
Poder para testificar
Los discípulos eran judíos devotos. Ellos asociaron lo que dijo Jesús con la
restauración del reino de Israel. Sin embargo. Jesús les dijo que esto era algo
que debían dejar en las manos del Padre. La presente misión de evangelizar al
mundo era lo único que debía preocuparles.
La
palabra griega "dunamis", que se traduce "poder" en este versículo, era bien
conocida por los discípulos. Se usa muchas veces en el Nuevo Testamento y
describe poderosas obras que sólo Dios puede hacer. "Dunamis" es la fuente de
nuestra palabra "dinamita". De ahí que los seguidores de Jesús sabían que El no
estaba hablando de una habilidad o poder ordinario.
La
frase "me seréis testigos" deja bien claro que Jesús mismo era el mensaje que
los discípulos debían llevar a todas partes. No debían dar la idea de que ellos
solamente estaban estableciendo otra religión entre muchas. El mensaje de ellos
se basaba en una sola Persona. Jesús declaró que El es el único Salvador, "el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
Jerusalén fue el punto de partida para la gran tarea de evangelizar al mundo. El
mensaje se proclamaría hasta lo último de la tierra, desde esta ciudad en Judea.
Sin embargo, los mensajeros no debían detenerse ahí, porque los samaritanos que
estaban al norte también necesitaban el mensaje del evangelio, y debían escuchar
las noticias acerca de Jesús. Realmente no debían dejar de llevar el mensaje del
evangelio a ninguna parte. El círculo debía seguir ampliándose, porque todos los
hombres son pecadores y sólo pueden ser salvos por medio de Jesucristo. Para una
tarea tan inmensa,
Jesús les prometió un continuo fluir de su poder "desde lo alto" sobre la vida
de estos testigos de ese momento hasta hoy, a través de toda la época de la
Iglesia. Este poder que fluye de El permite que los seguidores de Cristo sigan
publicando el incomparable mensaje por todo el mundo.
III. Fortalecidos por la comunión: Hechos 2:42,44-47
A.
Prioridades importantes
El
Día de Pentecostés tuvo un gran impacto en la vida de los discípulos de Jesús,
pero esto sólo fue el principio. Los resultados permanentes del derramamiento
del Espíritu se ven en lo que siguió sucediendo diariamente en la Iglesia.
Es
significativo que la "doctrina" de los apóstoles se menciona primero en la lista
de las prioridades de la Iglesia. Algunos hoy en día no enfatizarían tanto la
doctrina, pero la Biblia sí le atribuye la importancia necesaria. La doctrina de
los apóstoles consistía principalmente en enseñar acerca de la muerte,
resurrección y ascensión de Jesús. Los apóstoles también enseñaban lo que habían
aprendido de Jesús durante su ministerio terrenal.
Pregunta: ¿Qué indica el que ellos siguieron juntos?
No
sólo se reunían unos con otros, sino también respaldaban a sus compañeros
creyentes en oración, animándolos y aun supliendo sus necesidades materiales.
Nadie se sintió aislado o solo; formaba parte del grupo.
B.
Unidos en amor
El
hecho de que tenían todas las cosas en común según los versículos 44 y 45 era
temporal. No existe ningún registro más tarde en la historia de la Iglesia de
que esta practica continuó. Tal vez esta expresión de amor era necesaria en ese
tiempo porque había muchos creyentes de otros países que no tenían dinero y que
ahora estaban en Jerusalén. Sin embargo, el hecho de compartir lo que tenían
demostró el espíritu generoso que caracterizó a estos primeros cristianos.
Pregunta: ¿Por qué los cristianos continuaron reuniéndose en el templo?
No
tenían un lugar propio para reunirse. Muchas de sus reuniones eran en las casas,
como lo indica este pasaje. Sin embargo, estaban dedicados a su nación y no
veían ninguna razón por qué ausentarse del templo. Evidentemente en ese momento
no existía resentimiento contra ellos de parte de los judíos. Ir al templo pudo
haber presentado oportunidades para testificarles a los demás.
La
unidad que el Espíritu produjo en estos creyentes se nota en la expresión
"unánimes juntos". Las mismas palabras se usan para referirse a los 120 cuando
fueron por primera vez al Aposento Alto (Hechos 1:14) y cuando se derramó el
Espíritu Santo (Hechos 2:1).
El
"partimiento del pan" a veces describe comidas ordinarias, pero la mayoría de
los eruditos creen que también se refiere a tomar la Santa Cena. En esa época
ésta era parte de una comida corriente más bien que un servicio separado como
tenemos ahora.
Por un tiempo ellos fueron aceptados por el resto del pueblo. Esto cambiaría más
tarde, pero por ahora un tiempo de paz le dio oportunidad a la Iglesia para
crecer y establecerse. La actividad de los cristianos está enfatizada en: "El
Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos."
Aplicación
El
relato de la Iglesia Primitiva en el Nuevo Testamento es valioso porque muestra
la condición de la Iglesia cuando todavía estaba cerca del Día de Pentecostés.
La Iglesia no era perfecta, pero tenía características que son un ejemplo para
los cristianos de cada siglo. Tal ejemplo es valioso sólo en la medida que lo
aplicamos a la iglesia local y a nosotros mismos.
No
debemos inquietamos por la baja opinión que muchos hoy en día tienen acerca de
la Iglesia. Jesús nos ha llamado fuera de la edad presente para ser un cuerpo
particular de creyentes. El nos ha mandado a ser santos, a separamos del sistema
vil del mundo. Cuando vemos los ataques contra la Iglesia, debemos acordamos del
fundamento firme sobre el cual está construida y no temer que sea destruida.
Aunque debemos usar nuestros talentos hasta donde nos alcancen, debemos
reconocer que la Iglesia sigue hacia adelante sólo cuando es impulsada por el
poder del Espíritu. La energía del hombre sin la unción del Espíritu no logrará
nada permanente.
Si
nos sentimos tentados a olvidamos de la comunión con los demás cristianos,
debemos recordar que no podemos ser todo lo que Dios quiere y permanecer
aislados. Somos parte de un Cuerpo, no somos solitarios para hacer lo que nos dé
la gana.
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