Emociones que tuvieron Adán y Eva:
Culpa: hay dos maneras de enfrentar
la culpa, una es la actitud infantil y la otra la actitud madura. Por
ejemplo: si le grito a mi hijo o hago algo que está mal, la actitud
infantil sería sentirme mal, llorar, torturarme, castigarme o pedir
perdón a la ligera y listo. En cambio, la actitud adulta sería: Si le
grito a mi hijo, me siento mal, le pido disculpas y corrijo mi conducta
mirando hacia adelante. Otro ejemplo: paso el semáforo en rojo; me siento mal, pago la multa y listo. Esa sería una actitud infantil. Una actitud adulta sería: Paso el semáforo en rojo, me siento mal, pago la multa
y corrijo mi conducta hacia adelante. Por eso Jesús le dijo a una mujer
que había cometido un error cuando la perdonó “vete y no peques más”.
Cuando uno corrige para
adelante, pasa de la culpa a la responsabilidad. Es esta última la que
nos da crecimiento, la culpa sólo nos trae dolor y desenfoque.
Miedo: el miedo te
lleva a evitar, tengo miedo al perro, y lo evito, miedo a la gente y la
evito. Si la culpa te lleva al castigo, y el miedo a evitar; la
vergüenza es la creencia de que
uno está fallado, tiene algo malo que tiene que esconderse porque el
otro nos va a dañar. Hay quienes sienten eso y Dios viene a restaurarte,
a darte promesas de victoria para que todo te salga bien.
Dios dijo: “y pondré enemistad entre ti y
la mujer y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. La simiente significa: esperma,
semilla; “le vas a pegar a Eva, pero su descendencia te va a aplastar
la cabeza”.
Dios te va a sacar la culpa, para que superes todo lo que te estaba dañando, lo aplastarás; y lo destruirás por completo.
Los israelitas tenían que pelear contra
Amalec (acérrimo enemigo del pueblo de Dios). La primera batalla se da
en el desierto, siempre atacaban por la retaguardia, a los soldados más
débiles. Mientras Moisés levantaba los brazos adorando a Dios, los
israelitas los destruyeron. Un grupito de Amalec se escapó, Dios levantó
a Saúl y peleó contra ese grupito, Dios había dicho: “elimínalos a
todos, yo prometí que iban a ser destruidos por completo”. Pero Saúl
esconde al rey de Amalec y a un par de ovejas, por eso Dios lo desechó
como rey y levantó a otro rey, que fue David.
David un día fue saqueado por los de
Amalec, la gente se puso loca y se enojaron contra David; en las crisis
las personas buscan destruir a quienes siempre los han bendecido. David
consultó a Dios y recuperó todo, pero un grupo de los amalecitas se
escapó, y fueron aniquilados por los simeonitas en tiempos del rey Ezequías.
Hay cosas que aparecen que logras
vencerlas, pero vences, y no los destruís por completo y vuelven a
aparecer. La promesa es: ¡la vas a destruir por completo!
Dios Te ha dado la unción
para que esa deuda, esa enfermedad, esa culpa que cargas desde hace años
las destruyas, para que las castigues en la cabeza y nunca más
aparezcan.
Voy a enfrentar todos mis miedos: lo que evitabas por miedo ahora estás capacitado para enfrentarlos. “Voy a enfrentar, me voy a mostrar no me voy a esconder. Él te viste con su gloria para que empieces a mostrarte. Él te dice: tus errores y fallas yo las transformaré en fortalezas”.
David agarró la espada para que nunca
más se levante el gigante Goliat. Dios te va a dar la unción para
destruir todas las cosas que tienen una simiente corrupta. Cuando David
peleó con Goliat el resultado fuese cual fuese era ganancia
para David, si mataba al gigante era coronado por el rey y si moría se
transformaba en héroe. Goliat perdía en ambos resultados, si mataba a
David la gente diría: “y si era un muchachito al que mató, no hay
mérito”; y si moría, perdía también. Los ganadores se meten en batallas
que sea cual sea el resultado ganan. Y los gigantes se meten en batallas
que sea cual sea el resultado pierden. ¡Pelea batallas sabiendo que te
irá bien porque Dios prometió que siempre nos acompañará!
No hay comentarios:
Publicar un comentario