Dios pensó en nosotros desde antes de la
fundación del mundo y nos escogió en Cristo antes de que fuéramos
formados en el vientre de nuestra madre; sin embargo, por el pecado de
Adán todos nos hicimos pecado y fuimos apartados de la gloria de Dios.
El vínculo divino que teníamos con Dios fue roto por causa de nuestra
naturaleza Adámica y caída, la cual trajo muerte a nuestro espíritu y
por ende la separación entre Dios y nosotros los hombres. Nuestra
relación con Dios se dañó y la única forma de ser reconciliados con Él
es por medio de la fe y la gracia concedida en Jesucristo su precioso Hijo.
“Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia,
con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. Efesios 1:3-7 (RVR1960).
“Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia
de Dios en Él”. 2 Corintios 5:21 (RVR1960).
Por medio de la fe y la gracia en Cristo Jesús nuestra relación con Dios ha sido restaurada y ahora podemos decir: ¡Adámicos no, cristianos! Lo que dejamos
de ser en Cristo por la iniquidad y el pecado que nos esclavizaba,
ahora lo somos por la fe de sabernos justificados por Él y en Él,
nuestro Salvador. Hemos recuperado nuestra ciudadanía e identidad celestial
gracias a Jesucristo, y el propósito por el cual hemos sido creados ha
cobrado vida en nuestro espíritu. En la medida que vamos siendo
transformados conforme a la imagen de nuestro Señor, por su Espíritu que mora en nuestro espíritu, seremos verdadera alabanza
y gloria para Dios; ya no somos Adámicos, somos cristianos: seguidores,
imitadores y adoradores en espíritu y en verdad de Cristo Jesús nuestro
Señor y Redentor para gloria de Dios Padre, amén.
“La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia,
mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados
pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de
que Él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.
Romanos 3:22-26 (RVR1960).
Te pregunto a ti que estás leyendo este devocional: ¿eres Adámico o eres cristiano?
Si tienes convicción y reconoces que eres Adámico, te exhorto a que te
arrepientas de tus pecados delante del Dios Altísimo y le pidas que te
conceda su bendita fe y gracia en
Cristo Jesús para que por medio de Él seas lavado y limpiado de tu
naturaleza Adámica y caída, llena de pecado e iniquidad. Pídele su
misericordia y el soplo de vida que necesita tu espíritu por su
Espíritu, que la resurrección de tu espíritu sea una realidad para ti y
puedas cumplir con el maravilloso propósito por el cual Dios te ha
creado. Si eres cristiano significa que has sido salvo, justificado, reconciliado y adoptado como hijo de Dios por la gracia
y la fe en Cristo Jesús; nuestro propósito entonces es procurar con
diligencia ser como Él, vivir como Él vivió y amar como Él nos ama; esto
es de igual manera vivir su palabra, cumplir su voluntad de acuerdo a
los mandatos que nos ha dejado inscritos en las Sagradas Escrituras por
amor y para gloria de su santo nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario