Trasfondo Bíblico: 2 Corintios 8:1-12; 9:6-8; Efesios 6:18; Colosenses
3:15-17; 1 Timoteo 2:1-8
Verdad Central: los creyentes son fortalecidos espiritualmente cuando
participan en la vida y la obra de la iglesia local.
Texto Áureo: Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo
en el nombre del Señor Jesús, dando gradas a Dios Padre por medio de él.
Colosenses 3:17
Objetivo: Apreciar la importancia de la participación de cada miembro en la
obra de la iglesia, y tener una mayor participación.
Bosquejo
I. Participando en la adoración
A.
La buena preparación
B.
La participación total
II. Participando en la oración
A.
El privilegio individual
B.
La actividad colectiva
III. Participando en el dar
A.
El desafío
B.
Los recursos y las recompensas
Introducción
Vivimos en una época de especialización. La vemos en la medicina, el derecho, la
educación, la industria y el transporte. Hemos pasado varias semanas estudiando
el lugar especial que ocupa el creyente dentro de la iglesia. La especialización
puede aumentar la eficiencia y eficacia en el mundo así como en la iglesia. La
Biblia enseña que ciertas partes del Cuerpo tienen dones que otras partes no
tienen. Sin embargo, hay aspectos del ministerio en la iglesia en que todos
deben estar involucrados. En este estudio veremos los diferentes aspectos de la
adoración, la oración y el dar. Al aumentar nuestra participación en cada uno de
estos ministerios, bendeciremos a otros, y nosotros mismos seremos fortalecidos
espiritualmente.
Comentario Bíblico
I. Participando en la adoración (Colosenses3:15-17)
A. La buena preparación
Un aspecto del ministerio en el que todos pueden y deben participar es el de
adoración. En su carta a los colosenses. Pablo dijo a los creyentes que debían
tener reuniones espirituales y fructuosas, comenzando con una buena preparación.
Primero les dijo que dejaran que "la paz de Dios gobierne en vuestros corazones"
(v. 15). Esa paz no es automática.
Pregunta: ¿Cómo podemos obtener esta paz?
Tenemos esta paz cuando reconocemos a Dios como nuestro Ayudador y confiamos en
Él para suplir todas nuestras necesidades (vea Filipenses 4:6,7). Se nos ha
ofrecido esa paz divina por medio de la obra redentora de Cristo.
La paz de Dios en nuestra vida debe extenderse a nuestras relaciones con otros,
especialmente con otros cristianos. En su exhortación a dejar que esa paz
gobierne en nosotros, Pablo se refirió a nuestro lugar en el Cuerpo. La
membresía en este Cuerpo nos obliga a mantener la paz entre los demás miembros.
Íntimamente asociado con esta paz está el espíritu de gratitud.
Pregunta: ¿Qué relación existe entre la gratitud y la paz?
Mientras agradecemos a Dios, nuestro enfoque cambia de nuestras necesidades a
nuestra fuente divina. Esta gratitud anima nuestra fe, misma que luego desecha
todos nuestros temores y ansiedades.
El sentir de gratitud que tenemos por el privilegio de pertenecer al Cuerpo de
Cristo nos permitirá tener aprecio por otros miembros del Cuerpo. En una lección
anterior notamos la advertencia de Pablo contra buscar faltas en otros
creyentes. Al escoger tener gratitud por otros, nos volvemos alertas a sus
palabras y acciones por las cuales podemos dar gracias. Cuánto mejor es esto que
estar buscando asuntos de conducta ofensiva.
Finalmente, los colosenses habían de dejar que la palabra de Cristo morara en
ellos abundantemente. Al pasar tiempo estudiando y meditando sobre la Palabra de
Dios, los creyentes colosenses tendrían algo que compartir con el cuerpo cuando
se reunieran para adorar (3:16). Jesús prometió: "Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho"
(Juan 15:7).
Al permitir que la paz de Cristo gobierne en nuestro corazón, al ser
agradecidos, y al dejar que la Palabra de Cristo habite en nosotros, podemos
reunimos esperando que ocurran grandes cosas cuando adoramos a Dios.
B.
La participación total
En la segunda parte del versículo 16, Pablo les dijo a los colosenses que se
enseñaran y exhortaran unos a otros. La palabra "enseñar" se refiere a impartir
preceptos espirituales positivos. "Exhortar" es llamar la atención a las
consecuencias del error. Ninguna persona sola podría poseer todos los
conocimientos o toda la sabiduría para todas las demás. Cada uno es responsable
de ayudar a edificar a otros creyentes.
El llamado a esa interacción entre los creyentes en el versículo 16 nos recuerda
la adoración colectiva. En este contexto se atribuye gran importancia a la
música. La música cristiana debe estar arraigada en la Palabra. Aunque los
cantos deben tener un contenido doctrinal, eso no significa que deben ser
aburridos y sin emoción. Pablo dijo que cantemos con gracia en nuestro corazón.
Más que nada, la música debe ser para el Señor. Si bien edifica a los creyentes,
nuestro enfoque debe mantenerse en Aquel a quien adoramos.
Pablo concluyó su enseñanza a los colosenses sobre la adoración recordándoles
que no debe existir ninguna segmentación de lo sagrado y lo secular en nuestra
vida. Ya sea que estemos adorando a Dios en la Iglesia o trabajando en una
fábrica, debemos reconocer nuestra dependencia del Señor y prometer obedecerle
en cada aspecto de nuestra vida, no sólo por deber, sino también de un corazón
agradecido.
II. Participando en la oración (Efesios 6:18; 1 Timoteo 2:1-8)
A.
El privilegio individual
La importancia de la oración es algo que jamás se podrá enfatizar demasiado.
Pablo usó la palabra "toda" o su equivalente cuatro veces en Efesios 6:18 y dos
veces en 1 Timoteo 2:1 al hablar de la oración. La oración es eficaz en sus
muchas formas, y apropiada para toda ocasión; y se debe ofrecer con urgencia y
constancia a favor de todos los cristianos. Cada incidente de la vida ha de
tratarse en oración.
Pregunta. ¿Cómo se desarrolla una vida fiel de oración?
La fidelidad en la oración viene sólo por medio de una disciplina sistemática.
La oración debe volverse un hábito a medida que la persona aprende a hacerlo con
"toda perseverancia" (Efesios 6:18).
La oración del cristiano no sólo debe ser sistemática y poderosa sino también
debe hacerse a favor de toda la Iglesia. El individuo no debe pensar solamente
en su propio conflicto espiritual. Los miembros del Cuerpo participan en la
misma lucha y dependen de las oraciones de otros.
B.
La actividad colectiva
Al instruir a Timoteo con respecto a la adoración pública. Pablo catalogó a esta
oración como primordial. Enfatizó lo amplio que es la oración con las diferentes
palabras que utilizó para describirla.
Los cristianos no deben orar sólo por sí mismos y sus familiares. Pablo dijo que
la oración debe ser "por todos los hombres", es decir, toda la gente.
Específicamente llamó la atención a la necesidad de orar por las autoridades
civiles. Este recordatorio se hubiera necesitado especialmente en el tiempo en
que Pablo escribió, ya que con frecuencia los gobernantes eran contrarios a los
cristianos.
Pregunta: ¿Es menos importante para nosotros hoy orar por los líderes
del gobierno?
La actitud de los cristianos hacia el gobierno es de gran importancia. Ya sean
las autoridades buenas o malignas, amistosas o violentas, los cristianos todavía
pueden influenciar el curso que toman los eventos de una nación. Todo esto puede
cumplirse a través de la oración.
Podemos interceder con confianza "por todos los hombres" porque es la
voluntad de Dios que "todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad" (1 Timoteo 2:4). Nuestro acercamiento al Padre por esta
petición no es a solas. Jesucristo, nuestro mediador entre Dios y los hombres,
es nuestro intercesor.
Dios desea que todos sean salvos. Envió a su Hijo Jesucristo, quien se dio a sí
mismo en rescate por muchos. Jesús es el único Mediador por quien toda la gente
puede ser rescatada del pecado y de sus consecuencias (v. 5). Aunque esta
libertad está al alcance de todos, no todos la han recibido.
Cuando oramos debemos levantar "manos santas" (v. 8). Tal vez Pablo se
refería al Salmo 24:3,4: "¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará
en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón." Subir al monte de
Jehová era venir ante su presencia. Las manos puras se refieren no sólo a
nuestras acciones sino también a nuestros motivos. Las personas que se han
manchado las manos por sus obras impuras deben quedar limpios antes de acercarse
a Dios en oración. Las acciones y los motivos puros son esenciales en la
adoración cristiana. Cuando los creyentes oran, deben estar libres de todo enojo
y discordia. Cuando se acercan a Dios con motivos puros, limpios de sus pecados,
y orando de acuerdo con la voluntad de Dios, pueden esperar que sus oraciones
sean eficaces.
III. Participando en el dar (2 Corintios 8:7)
A.
El desafío
Pablo trató extensamente con el privilegio y la responsabilidad que los
cristianos tienen de respaldar económicamente la obra de Dios. Es significativo
que habló sobre el dar dentro del contexto del ministerio.
En su primera carta a los corintios, Pablo les había recordado que colectarán
fondos sistemáticamente para ayudar a sus hermanos necesitados en Jerusalén (1
Corintios 16:1-3). Sin embargo, ellos sólo hicieron lo mínimo cuando comenzaron.
Pablo describió la manera como los cristianos en Macedonia daban con el fin de
animar a los corintios a seguir su ejemplo (2 Corintios 8:1-5). Las iglesias en
Macedonia habían dado generosamente, de buen ánimo y sacrificadamente. Eran muy
pobres y habían sufrido mucha persecución. Sin embargo, estas circunstancias
difíciles no los hicieron egoístas ni resentidos. Más bien, dieron generosamente
y con gozo de todo lo que tenían (vea Filipenses 4:14-18).
No había que forzar a los macedonios a dar. Ellos suplicaron a Pablo que les
diera el privilegio de dar a otros. No sólo dieron de su dinero, sino que dieron
de sí mismos. Deseaban ayudar de cualquier manera. Las ofrendas nunca deben
sustituir lo que podemos dar de nosotros mismos. Las ofrendas sólo son una
expresión de nuestra dedicación a Dios y a su obra.
Pablo no sólo desafió a sus lectores a tomar el ejemplo de los macedonios.
También les recordó los tremendos recursos espirituales a la disposición de
ellos. Tenían excelentes dones espirituales; ellos habían sido diligentes en
varias actividades cristianas. También habían demostrado gran amor por Pablo. Si
Dios les había dado gracia para todas estas cosas, también les proveería los
recursos suficientes para poder dar (v. 7).
Pablo no habló "como quien manda". El dar del cristiano debe hacerse de
buena voluntad y espontáneamente. Fuera de ahí, se degenera en un acto
farisaico, cosa que Jesús condenó. El motivo supremo del dar cristiano es el
ejemplo que Jesús dio. Pablo les recordó a los corintios que le debían todo a
Jesús que "se hizo pobre, siendo rico..." (v. 9).
En los versículos 9 y 11, Pablo exhortó a los corintios a poner sus buenas
intenciones en acción. Sería beneficioso cumplir con el acto de dar lo más
pronto posible.
Pregunta: ¿Cuáles son algunas cosas que pueden hacemos postergar el
dar?
Podemos ser perjudicados en nuestro dar comparando nuestros recursos con los
demás. Pablo enseñó que lo que damos será medido, no por lo que otros dan, sino
por lo que tenemos (v. 12). Ya que Dios nos da todo lo que tenemos, nunca
esperará que demos lo que no tenemos. Mientras deseamos dar y confiamos en que
Dios supla nuestras necesidades, seremos sorprendidos por las oportunidades para
dar que vendrán a nosotros.
B.
Los recursos y las recompensas
Pregunta: ¿Qué es lo que debe motivarnos a dar?
Debemos dar por amor a Dios y a la gente, no porque esperamos algo en cambio.
Los que dan deben hacerlo de buena voluntad y con alegría "porque Dios ama al
dador alegre" (2 Corintios 9:7). Dios se complace con los que encuentran gozo en
sacrificarse por la obra de Dios.
Las ofrendas también deben darse con propósito, no deben darse descuidadamente o
a la ligera. Cada ofrenda debe ser el resultado de la oración, la consideración
de los principios bíblicos, el mérito de la necesidad, y la dirección del
Espíritu Santo.
Parecería que para los que tienen poco sería un riesgo dar de manera generosa.
Pero el riesgo desaparece a la luz del poder de Dios (w. 6,8). La persona que da
liberalmente no necesita temer que quede desamparada. La persona generosa recibe
en cambio una mayor bendición de lo que ha dado. Es importante recordar que
todos nuestros recursos en última instancia vienen de Dios, y El es apto para
aumentar nuestros bienes para suplir nuestras necesidades cuando usamos lo que
tenemos de acuerdo con sus principios.
Aplicación
Todos debemos venir a las reuniones de nuestra iglesia con anticipación de lo
que podemos hacer para ministrar a otros en la congregación. Debemos anticipar
con gozo la adoración colectiva, participar en la oración y las oportunidades
para dar.
Una vida de oración eficaz y disciplinada es una manera de presentarle a Dios
las necesidades personales, y de transformamos en instrumentos eficientes de su
ayuda a otros. Tal oración ocurre sólo cuando se hace un compromiso personal.
Por más fíeles que seamos en la oración, debemos buscar más oportunidades para
tener comunión con Dios.
Muchas personas no han aprendido el gozo de dar sacrificadamente. Las actitudes
tales como el temor, la duda y el egoísmo pueden estorbar nuestro deseo de
ministrar a través del dar.
Junto con el estímulo de Pablo para participar en los aspectos de la adoración,
la oración y el dar, debemos hacer de Colosenses 3:17 un principio permanente en
nuestra vida. Si todo lo que hacemos es digno de relacionarse con la persona de
Jesucristo, podemos estar seguros de que estamos agradando a Dios y
contribuyendo a la vida del Cuerpo.
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