Aprende a reconocer las relaciones “venenosas” en tu vida cristiana, y aléjate antes de que te hundas con ellas. Una relación que “intoxica” se parece a una parte del cuerpo que tiene gangrena; si no la amputas, la infección se extenderá. A no ser que tengas el coraje de cortar lo que no tiene cura, terminarás por perder mucho más…Tu desarrollo, y en algunos casos tu recuperación, sólo puede suceder cuando andas con las personas apropiadas. ¿Recuerdas la historia del escorpión que pidió a una rana que le llevara a través del río porque no podía nadar? “¿Cómo voy a saber que no me picarás?”, preguntaba la rana. “Si lo hago, ambos nos ahogaremos”, contestó. Entonces, el escorpión saltó encima de la rana. Cuando llevaban la mitad de la travesía, el escorpión le picó. Mientras se ahogaban, la rana dijo: “Prometiste que no me picarías. ¿Por qué lo hiciste?”. El escorpión respondió: “Perdóname, no pude evitarlo; picar es parte de mi naturaleza…”.
No puedes asociarte satisfactoriamente con alguien que no comparte tus metas. Cuando tú te sientes apasionado por algo pero él/ella no, es como bailar el foxtrot con alguien que sólo quiere bailar un vals. Escogiste a la “pareja de baile” equivocada… No te ates a alguien que no comparte tu objetivo dado por Dios. Algunos asuntos pueden ser corregidos por medio de la enseñanza y el liderazgo, pero no puedes enseñar a alguien ser compasivo. Y si no lo es, “infectará” tu entorno, arruinará tu productividad y perturbará tu “ritmo” con constantes quejas. Por lo tanto, pregúntale al Señor: “¿Quién debe formar parte de mi vida?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario