Isaías 45:9 (Nueva Traducción Viviente)
Dios como Alfarero es quien elige las herramientas para moldearnos, y dichas herramientas por lo general no son agradables
cuando se tratan de comprender en la carne. No así con el Espíritu de
Dios quien ve lo eterno. Cuando una persona es sometida por Dios a
procesos para desprender de él/ella las características que no caben en
Su obra, es como si un alfarero diera forma a la vasija que en su
creatividad diseñó. Y en dichos procesos algunos de los creyentes se
desaniman, incluso hasta dicen enojarse con Dios por lo que les está
pasando, siendo la realidad que Dios solamente está desprendiendo los
pedazos de barro que no son parta de la obra maestra que Él diseñó.
Dios es el Creador del Universo, por Su palabra son sostenidas las galaxias, Él afirmó las estrellas,
Él determinó el numero de especies que vivirían en la tierra, por Su
aliento todo ser es sustentado. Él no es el más sabio ni más poderoso
porque no existe con quien compararlo. Él es la sabiduría y el poder.
Entonces, Él sabe lo que es mejor para cada uno de Sus hijos, Él conoce
la forma real de cada una de Sus vasijas. Cuando un creyente se resiste a
convertirse en la persona que en realidad es en Cristo, éste se encuentra peleando con su Hacedor, con Aquel que está moldeándole.
Un creyente no debe concebir en su corazón
que Dios está haciendo mal las cosas, que el Todopoderoso se ha
equivocado al escoger el camino y circunstancias que un creyente vive, pues es como si una vasija de barro discutiera con su hacedor.
Por el contrario un creyente debe mostrar disposición para ser formado en la vasija que Dios concibió en Su corazón antes de la creación. Así como humedecer el barro con agua facilita que el alfarero dé forma a su obra, el creyente debe ser expuesto frecuentemente al poder y vida de la palabra de Dios para ser formado sin dolor y con facilidad por el Señor.
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