Hay dolencias con las que has estado luchando durante tanto
tiempo que te han ido desgastando? ¿Te sacan siempre a relucir tu
historial y te recuerdan que ya has intentado todos los remedios y
ninguno ha funcionado? ¿Te susurran: “Aquí estoy para siempre,
acostúmbrate a mí?” ¿Has dicho: “Para tal fecha mi matrimonio se habrá
restaurado…mi salud habrá mejorado… habré pagado mis deudas… esa puerta
se habrá abierto”, pero eso no ha ocurrido y te sientes desanimado?
¿Cuál fue la reacción de esta mujer? Escucha: “Pero una mujer… enferma de flujo de sangre desde hacía doce años… Porque decía dentro de sí: Si tocare solamente Su manto, seré salva” (Mateo 9:20,21). Esta mujer tenía tres alternativas, las mismas que tienes tú. Se podía haber dicho a sí misma:
(1) “No va a cambiar nada.”
(2) “Mira a esta multitud de gente; nunca voy a poder llegar hasta Él.”
(3) “¡Nunca voy a estar más cerca que ahora!” Y eligió la
tercera alternativa: “Si tocare solamente Su manto, seré salva.”
Silencia los negativismos, acalla tus dudas, háblate palabras de fe, ¡y
muévete en Su dirección!
Escucha: “Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias.” (Mateo 8:17). Niégate a seguir cargando
con tus “enfermedades” un minuto más. Llévaselas al Señor. Para Él no
cuenta tu pasado ni tus circunstancias actuales. Lo único que cuenta es
tocarlo en fe. Y lo que le dijo a la mujer en aquel entonces, te lo dice
a ti ahora: “…tu fe te ha hecho salva; ve en paz …” (Marcos 5:34b). En este día, ¡sal de ti mismo y toca a Jesús en fe!

No hay comentarios:
Publicar un comentario