Esta sociedad nos ha invadido con sexo, desde el anuncio
de una aspirina hasta el anuncio de agua cristalina. Todos muestran a
mujeres y hombres con cuerpos esculturales como yo. ¡Como yo hubiera
querido tenerlo! De todos los olores, sabores, colores y formas.
Todos los comerciales,
series de televisión, novelas, películas (en muchos casos basura
internacional de importación) envían mensajes directos, sin piedad, sin
nada de misericordia, sin dulzura, sin amor. Comerciales que nos atacan
directamente y sin pensar. De tal forma que estamos predispuestos en
nuestras relaciones a tratar de repetir lo que nuestra mente tiene por natural, fascinante y lleno de supuestos placeres.
Es allí donde nacen las relaciones microondas. Han pasado del amor a la pasión, o sea, que en menos de dos minutos de estar juntos, suena la campanilla y ya los dos están listos para la foto (listos para la foto: dícese de una pareja que están ardiendo de deseo por tener relaciones sexuales.)
El diálogo se ha perdido, ya no se
comunican, solamente con gemidos indecibles o miradas de vacas locas.
Las respiraciones se vuelven más profundas y las manos ya no saben que más tocar. (Están poseídos por un espíritu de pulpo). Parecen pulpos, ¡solo manos!
Es muy fácil creer que todo eso es amor.
Pero uno de los principios más importantes cuando se ama es dar, no
pedir. Y en estas relaciones sólo piensan
en satisfacer sus deseos personales. Se vuelven egoístas, sólo piensan
en sí mismos, no en consecuencias ni en futuros. No en proyectos ni en
sueños. Puede más la pasión que el amor.
Rolando me dijo que su novia quería sexo
con él porque le amaba. Fue la misma frase que el anterior novio de
ella utilizó para acostarse con ella la primera vez. Ella lo ve como
algo normal, en los dos casos tuvo relaciones sexuales por amor. ¡Qué
ironía!. Ahora no está con ninguno de los dos.
Alguien dijo una vez que las mujeres dan
sexo para recibir amor y los hombres dan amor para recibir sexo. Esta
es la expresión más machista que he escuchado pero al mismo tiempo la
más cierta.
¿Cuántas veces debo tener relaciones
sexuales para descubrir que tengo dignidad? ¿Cuántas veces debo entregar
mi cuerpo para sentir amor de verdad?
¿Cuántas veces debo probar lo valiente que soy al destruir otras vidas y destruir al mismo tiempo la mía?
La verdadera prueba de amor se da cuando la pareja es capaz de apagar el microondas
y sustituirlo por comunicación, por abrazos sin malicia, por miradas a
los ojos y no a las curvas, por conversaciones del futuro y no pequeños
placeres del presente.
El microondas tiene varias características:
Calienta sólo por un rato. Esto en otras palabras significa que son amores pasajeros.
• Al sonar la campana todo se acaba. Es
cuestión de esperar que haya un pequeño problema, un campanazo por allí y
todo se acaba. Igual ya tuvieron lo que querían.
• Sirve para muchos y diferentes platos. Las personas involucradas en las relaciones microondas,
entran en el circulo vicioso. ¡sexo, le dejo o me deja, busco otro!
¡sexo, le dejo o me deja busco otro….! Una vez que me perdí el respeto
ya lo demás no importa. Nos convertimos no en plato de segunda mesa,
sino de todas las mesas.
• Seguirán destruyéndose si no apagan el microondas y destruyendo a los que quieran calentar su alimento de amor en ellos.
Autor: Marco Vega

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