Se le llama pollito
porque al igual que los pollitos, los jóvenes que están de novios,
buscan refugiarse bajo las alas de la gallina (novia o novio), tratando
de encontrar en sus amores al padre o a la madre que no tuvieron, ocasionando serios y grandes problemas.
En el caso específico del noviazgo “paterno” la mujer busca
en su novio al padre que no tuvo. Ya sea porque le abandonó, porque
estuvo en casa pero fue como si no estuviera, porque no era muy
comprensivo ni cariñoso o porque simplemente cree que la cigüeña
equivocó la dirección de envío cuando la trajo al mundo. Tenía que haber
nacido en el palacio real o algo parecido, pero en realidad ha vivido
frustrada porque el padre que tiene es el prototipo perfecto de Homero
Simpson.
Se dice en nuestra cultura que la mujer necesita cariño, amor, comprensión, abrazos, que necesita una figura
paterna en casa. Alguien que ponga orden, que resuelva los problemas,
que traiga el alimento (por lo menos esa es la figura machista). Cuando
no está, es muy probable que cada relación que desarrolle la convierta
en la oportunidad de conseguir padre y buscará en él todo lo que un
padre daría según sus expectativas: seguridad, provisión, amor,
consejos, sabiduría.
El problema surge cuando el novio actúa
como novio y ella espera que él actúe como padre. Sobre todo porque ella
asume que él debería poseer toda la experiencia en todas las áreas y también
debería resolver todas las situaciones de una manera sencilla. El por
su parte, es el típico muchacho que usa jeans, tenis de moda, al que su madre
le da diariamente algunas monedas para que compre alimento en el
descanso del colegio. No ha resuelto el 95% de su vida. ¿Cómo su novia
espera que le resuelva también la de ella?
Lo más interesante es que el hombre según los científicos, nos desarrollamos emocionalmente más tarde que las mujeres.
¿Ahora puede imaginarlo?, un muchacho que es cuatro años menos desarrollado que su novia, ¡actuando como padre! También
está el caso del padre abusador en cualquiera de sus formas. Ya que si
la mujer no ha sanado su pasado, éste vendrá a interferir en su
felicidad actual. Ella vivirá comparando a su novio con su mal padre,
provocando con ello, relaciones basadas en la desconfianza y el temor.
El segundo caso del noviazgo pollito, es el noviazgo “materno”.
El hombre promedio en nuestra cultura ha visto a la madre
como sirvienta. Como la esclava del hogar, la que levanta la ropa que
de niños dejábamos en la sala, la que tenía el desayuno a la misma hora,
la que incluso lustraba nuestros zapatos y le podíamos “exigir” miles
de tareas.
Se nos olvida que el honrar a nuestra madre y mostrarle amor no tiene que depender de lo que haga por nosotros, sino de lo que ella es.
En la relación de noviazgo, el hombre quiere que su novia sea su sirvienta, y lo peor sucede en el matrimonio si la novia lo ha permitido en su noviazgo.
Escuché decir a un hombre, que en el noviazgo
se deben abrir los ojos luego cerrarlos en el matrimonio. Pero lo
hacemos al contrario; siempre los cerramos en el noviazgo y los abrimos
en el matrimonio. Cuando ya no hay nada que hacer. Cuando es muy tarde.
Uno es el amor de los padres, otro el amor de los amigos,
otro es el amor de los hijos, otro el amor de Dios, otro el amor de los
vecinos y otro el amor de la pareja. Una clase de amor nunca podrá
suplantar otra clase. Si yo me como una papaya, no puedo obligarla a que
sepa a mango. Y si quiero una sandía, no puedo torcerle un brazo (a la
sandía) para que sepa a limón.
Igual sucede cuando quiero amar o cuando
quiero que me amen. No puedo exigirle a una pareja que me ame con un
amor que no puede ni podrá expresar.
Autor: Marco Vega

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