“NOSOTROS TENEMOS POR BIENAVENTURADOS A LOS QUE SUFREN” (Santiago 5:11)
Scott Pecks dijo: “Cuando enfrentamos y
resolvemos problemas, crecemos mental y espiritualmente. Las personas
sensatas aprenden a no temer, más bien a acoger el dolor inherente a los
problemas”. Los sociólogos que estudian la flexibilidad (la
capacidad de recuperarse) nos dicen que, frente a un trauma, la gente
actúa de dos maneras: o se rinde porque tiene miedo, o crece como consecuencia de desarrollar la capacidad para llevarlo. ¿Qué es lo que causa la diferencia? En vez de actuar como víctimas, las personas flexibles (1) toman control y se responsabilizan de sus vidas, (2) rehúsan abandonar sus valores, (3) encuentran el propósito de Dios en el problema y (4) se centran de nuevo con sus metas.
Durante su famosa expedición, Lewis y Clark encontraron adversidades increíbles. Al llegar al río Missouri, pensaron que lo peor había pasado, pero entonces ¡descubrieron las Montañas Rocosas! En vez de un cómodo paseo río abajo como habían esperado, se enfrentaban ahora al desafío más grande: ¡o se volvían por donde habían venido o empezaban a escalar!
Después, cuando miraron hacia atrás, se dieron cuenta que el haber
conquistado el río fue lo que les dio la confianza necesaria para lo que
más tarde tenían que afrontar.
Noelia Evans dijo: “El desafío es “un dragón” con un regalo en la boca; doma al dragón y el regalo es tuyo”.
Rendirse es siempre más sencillo que aguantar. Siempre es más fácil
parar por un momento que seguir corriendo, pero esto produce un hábito
que es difícil de quitar. De manera que si piensas hoy:
‘Esta relación es demasiado difícil, quiero romperla’, o:
‘Este trabajo no es lo que yo esperaba’, recuerda que desarrollas
flexibilidad permaneciendo fiel en las situaciones que
no te gustan y que no puedes cambiar. Así que, ¡no te rindas! Dios tiene
“…por bienaventurados a los que sufren” (Santiago 5:11).
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