Fondo Bíblico: Juan 13:34,35;
Romanos 12:9-13; Efesios 4:26-31; 1 Pedro 4:8-10; 1 Juan 3:11,14
Verdad Central: El Cuerpo de
Cristo es fortalecido cuando los cristianos viven en armonía.
Texto Áureo: Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32
Objetivo
Aprender la importancia de amar y
servir a otros, y dedicarnos a cumplir con tal tarea.
Bosquejo
I. Ámense los unos
a los otros.
A. Un nuevo énfasis en el amor divino
B. Clave para una vida abundante
II Ministrando
unos a otros
A. El amor: ¿falso o verdadero?
B. El ministerio del amor
III. Vivan en paz
A. Aborrezcan lo malo
B. Sigan lo bueno
Introducción
Un obrero cristiano comenzó a
trabajar con otros cristianos pensando que no tendría los mismos conflictos que
había tenido con gente inconversa. Sin embargo, pronto se desilusionó. Muchas de
las características que había observado en los inconversos eran manifiestas en
sus compañeros cristianos.
Aun para los cristianos, la armonía
interpersonal no viene fácilmente. Cada miembro del Cuerpo de Cristo debe luchar
constantemente contra los deseos egoístas que son productos de la naturaleza
humana. Los creyentes deben reconocer que son incapaces de vivir en armonía unos
con otros. Sin embargo, cuando Cristo es el Señor de estas situaciones, la
armonía no sólo es posible, sino llega a ser la norma por la cual los creyentes
se conocen.
Comentario Bíblico
I. Amanse los unos a
los otros Juan 13:34,35; 1 Juan 3:11,14
A.
Un nuevo énfasis en el amor divino
El mandamiento de amar no fue
totalmente nuevo. La ley estableció que un judío debía amar a su prójimo como a
sí mismo (Levítico 19:18). El creyente debe amar a su prójimo (toda persona),
pero también debe tenor en mayor interés y amor sincero por otros creyentes.
Jesús hizo más que cumplir la ley del Antiguo Testamento. El no sólo amó a su
prójimo como a sí mismo, sino que lo amó aun más que a su propia vida. Dio sor
vida por cada pecador. En Juan 13:34, el mandamiento que "os améis unos a otros"
fue nuevo en que la nueva norma era más alta. Ahora dice, "como yo os he amado",
no como "te amas a ti mismo".
El amor que se demuestra según esta
norma más alta, prueba al mundo que el creyente es un verdadero discípulo de
Jesucristo. El mundo conoce el amor de una madre por su hijo, el amor de un
esposo por su esposa, el amor de un patriota a su patria, pero cada uno de
estos, por admirable que sea, puede ser egoísta. Pero las demostraciones de amor
que le cuestan algo al que las da sin esperar nada a cambio (un verdadero
sacrificio), sobresalen porque vienen de un amor especial y divino.
Jesús dio el nuevo mandamiento con
el propósito de que el amor abnegado y sacrificado sea lo que distingue a todos
sus verdaderos seguidores (Juan 13:35). Así como ellos se aman unos a otros,
hasta dar sus propias vidas, se reconocen como discípulos de Aquel que dio su
vida en rescate por todos.
B.
Clave para una vida abundante
"Amémonos unos a otros" es el
mensaje que los cristianos han escuchado desde el primer día que entraron en el
Reino de Dios ("desde el principio", 1 Juan 3:11). "Sed benignos» y "Amémonos
unos a otros" (Efesios 4:32; 1 Juan 3:11) son versículos que los niños aprenden
desde pequeños. Y aunque los cristianos definen el amor de una manera diferente
a como el mundo lo hace, puede ser fácil decir tales palabras sin que realmente
signifiquen una diferencia en las relaciones que tenemos con otros cristianos.
Podemos hablar del amor, y todavía enojarnos con otros creyentes que no ven las
cosas como nosotros.
Pregunta: ¿Qué
quiso decir Juan cuando dijo que el creyente que no ama a su hermano como Cristo
amó a la iglesia "permanece en muerte" (1 Juan 3:14)?
Los creyentes no deben buscar sólo
"sentirse" salvos, sino que deben procurar que sus vidas muestren la clase de
amor que, según las Escrituras, es la evidencia de una genuina salvación. Juan
afirma que hemos pasado de muerte a vida si amamos a los hermanos.
Si no amamos a otros creyentes,
permanecemos esclavos o muertos espiritualmente. Sin amor, que es el fruto de la
salvación, no hemos entrado en la vida que llena y satisface. Eso parece un
mensaje duro, pero es lo que dice la Palabra de Dios. El amor no sólo es un buen
sentimiento que tenemos por otros creyentes. A veces significa sacrificar
derechos y privilegios personales por el beneficio de otros. El amor es la llave
que abre la puerta a una nueva vida.
II. Ministrando unos a
otros Romanos 12:9, 10,13; 1 Pedro 4:8-10
A.
El amor: ¿falso o verdadero?
Pregunta: ¿Cómo
puede uno saber si el amor de una persona es sincero o no?
"El amor sea sin fingimiento" (v.
9), les dijo Pablo a los romanos. En los versículos siguientes se nos explica
cómo demostrar ese amor.
Por supuesto que no podemos tomar
una cinta de medir para ver si estamos demostrando el amor de Cristo a los
demás. Si vemos la lista de características que Pablo compartió con los romanos,
no debiéramos estar satisfechos a menos que cada día procuremos cumplir con cada
una bajo la dirección y con la ayuda del Espíritu Santo. Sólo el amor verdadero
que viene de Cristo y es inspirado por El puede revelar que el amor del mundo es
falso y no puede satisfacer.
B.
El ministerio del amor
En 1 Pedro 4:8-10, Pedro animó a
los creyentes a demostrar amor hacia otros activamente. El amor no es verdadero
hasta que ministre a otros. Debemos amar como Cristo nos amó a nosotros y murió
por nuestros pecados. Su gran obra por la humanidad fue una gran labor de amor y
ministerio. "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Ese es el
ejemplo para nuestro amor.
El amor cubre una multitud de
pecados (1 Pedro 4:8). No ignora el pecado; más bien ve las faltas de otros.
Pero este mismo amor no mantiene una actitud de crítica. No condena a otros
cuando cometen un error. A veces, a un hermano débil en la fe se le acusa de
tener malos motivos. "Él quiere tomar el poder en sus manos" o "él me molesta
intencionalmente". El amor dice: "Él está tratando de hacer lo mejor posible,
pero realmente no sabe lo que es mejor." El amor también puede decir: "Él no
quiso ser abusivo, sólo estaba tratando de usar un poco de humor pero le salió
mal." El amor busca lo mejor en todos, aun cuando la razón humana sugiere los
peores motivos. En verdad cubre una multitud de pecados.
El amor es acogedor, y lo hace
voluntaria y generosamente. El ser acogedor es más que invitar a los vecinos o
amigos a una cena. Ser verdaderamente acogedor es extender una invitación al
forastero y al pobre que no pueden devolver el favor. El amor da abnegadamente,
así como Cristo cuando dio su vida por nosotros sin esperar que le devolviéramos
el favor. Si el amor se da de mala gana, entonces no es sincero. Ese amor es
hipócrita, si es que puede llamarse amor.
El amor que demostramos a otros es
un reflejo de lo que Cristo nos ha dado a nosotros (versículo 10). El ministerio
es servir y ayudar a otros. Cada creyente puede haber recibido uno o muchos
dones que pueden usarse para edificar y bendecir a otros. "Cada uno según el don
que ha recibido, minístrelo a los otros" (versículo 10). Cualesquiera que sean
los dones que la gracia de Dios le ha dado, el creyente debe depender de los
recursos y la provisión de Dios para ministrar a otros. Los dones no son para
ganancia o gloria personal, sino para edificar el Cuerpo de Cristo en un
espíritu de amor.
El amor ministra a otros de acuerdo
con "la multiforme gracia" (versículo 10). ¿Qué es "multiforme gracia"? Algunos
piensan que "multiforme" significa muchos o multiplicado. Pero como se usa aquí,
no se refiere a cantidad o calidad. Más bien es "diversidad". La gracia de Dios,
cuando es ministrada a otros por medio de los dones de Dios, es diversa y
multifacética. El Espíritu dice por medio de Pedro: "Sean buenos administradores
de la gracia y los dones que Dios les ha dado. Permitan que Dios use sus vidas
para ministrar a otros por medio de sus dones, y así muestren a otros los muchos
aspectos de la maravillosa gracia de Dios. Cuando el amor sincero motiva estos
ministerios, no hay límite de lo que Dios puede hacer por medio de nosotros.
III. Vivan en paz
Efesios 4:26-31
A:
Aborrezcan lo malo
Efesios 4:26-31 describe una serie
de actitudes y acciones que no deben caracterizar a un creyente. El versículo 26
recalca una emoción que, aunque no es pecado en sí, puede llevar al creyente a
pecar. El creyente debe tener mucho cuidado con cómo usa el enojo.
Pregunta: Si
tenemos que esperar hasta que se ponga el sol sobre nuestro enojo, ¿cuánto
tiempo tendrán que esperar para deshacerse de su enojo las personas que viven
donde el sol no se pone por meses enteros?
Aunque esta pregunta suena un poco
rara, debemos buscar la enseñanza fundamental tras las palabras literales del
versículo 26. En vez de pensar sobre cuánto tiempo podemos permanecer enojados
sin desobedecer las Escrituras, debemos hacer todo lo posible por deshacernos
del enojo. Debemos cumplir con esto por nuestro propio bien más que por el
beneficio de la persona o cosa con que nos enojamos. El enojo, cuando no tiene
ningún control, puede contaminar todo el sistema de uno.
La primera parte del versículo dice
que el enojo en sí no es malo. Hay ciertas cosas con las cuales podemos
permanecer airados después de que se pone el sol. Son las mismas cosas con las
que podemos estar airados sin pecar: la hipocresía, deshonestidad, inmoralidad,
las malas acciones, el pecado, etc. Podemos enojarnos contra el pecado, pero no
debemos dejar que nuestro celo se degenere y nos haga odiar al pecador. Jesús
estaba enojado contra la hipocresía de los fariseos; sin embargo, Él los amó
tanto que dio su vida para que ellos pudieran ser salvos si clamaban a Él.
A veces es difícil saber la
diferencia entre el enojo que es apropiado y el que es pecado. Si hay rastro de
malicia o amargura en el enojo, se vuelve pecado. Debe ser tratado
inmediatamente, sin esperar que el sol se ponga.
El versículo 27 identifica al enojo
con el desarrollo del pecado. El enojo es muy peligroso, porque muchas veces le
da "lugar al diablo" en nuestra vida. El fundamento para la paz en todas
nuestras relaciones se pone cuando nosotros prevenimos que Satanás no tome la
oportunidad de obrar sus artimañas en nuestra vida.
Los versículos 28-31 amplían más la
escena para advertirnos contra toda conducta que Satanás promoverá en la vida de
un individuo. El cristiano no debe hurtar (v.28) ni decir palabras corrompidas
(v.29). El creyente no debe hacer nada para contristar al Espíritu de Dios
(v.30), y esta declaración va seguida de una lista entera de pecados específicos
(v.31).
B.
Sigan lo bueno
Pregunta: ¿Qué es
lo que sobresale en Efesios 4:32?
Mientras que los versículos
anteriores incluían una acción distinta que se debe seguir, el mayor énfasis de
los versículos 26-31 parece ser evitar el pecado. El versículo 32, sin embargo,
cambia completamente a lo positivo. Pablo no quería presentar una lista de
pecados que hay que evitar. Probablemente nadie vendría a Cristo si un creyente
se concretara a anunciar todas las clases de pecado que evita. En cambio, las
personas son atraídas a Cristo cuando los cristianos ponen el amor de Dios en
acción.
Hacer algo amable no es lo mismo
que ser amable. Darle dinero a un mendigo es un acto de bondad, pero puede ser
motivado por un sentido de culpabilidad, para aparentar, el orgullo, o para
ocultar su propio sentido de opulencia. Preguntarle al mendigo de qué tiene
necesidad y darle a sí mismo a través del regalo material es el acto de bondad
que importa más.
La bondad que Dios desea viene de
un corazón misericordioso y perdonador. Esto es algo que se ve muy poco hoy día.
Ya que el hogar, la escuela, el lugar de trabajo y aun la Iglesia se están
convergiendo en lugares de conflicto, hace falta gente misericordiosa y amable.
Conforme los cristianos cultivan en sí mismos corazones benignos,
misericordiosos y perdonadores, pueden deshacerse del conflicto e introducir la
paz de Cristo en donde viven y trabajan.
Aplicación
Podemos acusar a una
iglesia de ser carnal; podemos dar ejemplos de conducta que carece de amor entre
creyentes. Pero al final de cuentas, nuestra atención debe enfocarse en nosotros
mismos. Al no demostrar el amor de Cristo hacia otros, nos volvemos tan
culpables como los demás a quienes estamos culpando. Cuando nosotros como
individuos empezamos a cambiar, la Iglesia puede ser todo lo que Dios quiere que
sea.
Nosotros no somos capaces de amar
así como Cristo nos amó primero. Para poder amar con ese amor abnegado y
sacrificado que Cristo tuvo por nosotros cuando fue a la cruz, necesitamos la
ayuda del Espíritu Santo. El primer fruto del Espíritu que se menciona en
Gálatas 5:22 es el amor. Algunos comentaristas creen que las últimas ocho partes
del fruto del Espíritu son simplemente términos que ayudan a definir lo que es
el amor genuino. En otras palabras, el fruto del Espíritu es amor. Punto y se
acabó. Y si quiere saber si tiene amor, fíjese si tiene lo siguiente: gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Finalmente, ¿tiene un corazón que
desea ministrar a otros? ¿Sinceramente quiere servir a otros
No hay comentarios:
Publicar un comentario