Verdad Central:
Los cristianos deben respetar y valorar su herencia espiritual.
Texto Áureo: Los sabios heredarán honra, mas los necios llevarán ignominia.
Proverbios 3:35
Trasfondo Bíblico: Génesis 25:19-34; 27:1-46; Hebreos 12:15-17
Bosquejo
I. Conflicto por la herencia
A. Comienza el conflicto
B. Un mal negocio
II. Complot para engañar
A. Oportunidad del engaño
B. Jacob, el oportunista
III. La herencia perdida
A. Jacob bendecido
B. Esaú juzgado
Objetivo: Reconocer la insensatez del descuido de Esaú por su herencia y
apreciar nuestra herencia cristiana.
Introducción
¿Ha investigado alguna vez su genealogía? ¿Qué aprendió respecto a su familia?
¿Hubo alguna sorpresa? ¿Un bisabuelo que se perdió en la fiebre del oro, una
familia de doce hijos, inmigrantes que se enfrentaron a lo desconocido? Tal vez
encuentre evidencia de abuelas cristianas que oraron por usted antes que usted
naciera.
La herencia de nuestros familiares va mucho más allá de lo físico. Pudiéramos
sorprendernos al ver cuánto nos parecemos a algunos de nuestros antepasados en
nuestros valores. Pero como creyentes tenemos que asegurarnos de la herencia más
valiosa: que un profundo amor a Dios se transmita a nuestros familiares y
amigos.
Es probable que usted sólo pueda conocer a sus antecesores de las últimas
generaciones. Pero usted tiene otra familia, la que lo relaciona a usted,
mediante la sangre de Cristo, con todo el pueblo de Dios a través de los siglos.
Comentario Bíblico
I. Conflicto por la herencia: Génesis 25:21-23
A. Comienza el conflicto
La esterilidad fue un problema para varias parejas en Génesis. La incapacidad de
tener hijos avergonzaba a la mujer, que cargaba con la culpa de ser estéril.
Pero también significaba que el esposo no tendría un hijo varón por medio del
cual se perpetuara la familia. Debido a eso, Isaac oró durante veinte años
pidiendo que Rebeca tuviera hijos (Génesis 25:21,26). Cuando Dios les daba
hijos, estos tenían una importancia especial. La incapacidad de Rebeca de tener
hijos no sólo amenazaba su propia condición social sino también la supervivencia
del pacto abrahámico, el linaje por el que vendría el Mesías. El énfasis del
autor en la esterilidad de ella nos recuerda una y otra vez que las promesas de
Dios no pudieron haberse cumplido sin su intervención directa.
Aunque Rebeca había concebido, no habían terminado sus problemas. La vergüenza
de la esterilidad se convirtió en la confusión por la lucha de los dos niños en
su vientre (v. 22).
Pregunta: ¿Cuál era el significado de la lucha de esos dos niños en el
vientre de Rebeca?
La lucha en el vientre de Rebeca indicaba el carácter de los dos muchachos.
Cuando Rebeca le preguntó a Dios qué significaba esa lucha, Dios le dijo que los
muchachos serían muy diferentes entre sí y que los dos llegarían a ser grandes
naciones. Además, la elección de Dios entre ellos se opondría a la costumbre de
la época: el hijo menor tendría preeminencia. Se habría cumplido esa promesa aun
cuando Rebeca no hubiera hecho nada para que se cumpliera, porque Dios en su
gracia soberana había escogido a Jacob.
El derecho del primogénito —el derecho a una doble parte de la herencia
familiar— era la regla de la época de Jacob. Pero era una regla que Dios cambió
una y otra vez, escogiendo al más joven, al más débil y al menor (véase Génesis
4:26; 5:8; 17:18,19; 29:18; 37:3; 49:8). En cada uno de esos cambios, vemos la
gracia soberana de Dios.
Pero Jacob no fue un beneficiario pasivo de la inesperada elección de Dios.
Comenzó su lucha desde el vientre a fin de usurpar el lugar de su hermano mayor.
Y esa lucha resultaría en algunas malas decisiones por parte de él y de Rebeca.
B. Un mal negocio
La diferencia entre los dos muchachos se hizo pronto evidente (Génesis
25:27,28). Esaú era hombre de "campo", indisciplinado y que vivía sólo para la
emoción del momento. Por otra parte, Jacob era considerado y cuidadoso. Se hace
también patente esa diferencia en el valor que le dieron a las cosas importantes
de la vida.
Jacob "guisó un potaje" (v. 29) que era rojo (v. 30), hecho de lentejas (v. 34).
Esaú llegó cansado y hambriento de la cacería, y satisfacer sus deseos físicos
urgentes era más importante que el derecho de primogenitura que recibiría cuando
muriera su padre. Atendiendo a su apetito físico y sin calcular la astucia de su
hermano, Esaú pidió un poco del potaje de Jacob. Los versículos 31 y 32 muestran
lo que Jacob y Esaú valoraban más. Jacob vio una oportunidad cuando las defensas
de su hermano estaban bajas, y le pidió lo más valioso que tenía Esaú: sus
derechos como primogénito. En el caso de Jacob y de Esaú, los derechos incluían
las promesas del Mesías y la bendición que Dios le había dado a Abraham. Esaú,
por otra parte, vivía para el momento. Como andaba siempre en busca del placer,
siempre estaba en peligro su vida. ¿De qué le valdría el derecho de
primogenitura si se moría? De buena gana dio su primogenitura a Jacob por un
plato de lentejas.
Pregunta: ¿Cómo indican nuestros deseos los valores que tenemos?
Las cosas que nos motivan revelan nuestros valores. Si ganar dinero u obtener
bienes materiales son valores primordiales en nuestra vida, invertiremos nuestro
tiempo y energía buscando eso, aun con exclusión de nuestra relación con los
demás.
Si le damos al placer más valor que al trabajo o que a los demás, se hará
patente en la forma que invertimos nuestro tiempo libre. Pero si valoramos
nuestra relación con Cristo, haremos las cosas que fortalezcan esa relación.
El versículo 34 da la moraleja de la historia: "Así menospreció Esaú la
primogenitura." Era el propósito de Dios bendecir a Jacob, y lo hubiera hecho
sin el engaño de Jacob. Pero Esaú no valoró su primogenitura debido a que era
esclavo de sus instintos físicos.
II. Complot para engañar: (Génesis 27:1-10)
A. Oportunidad del engaño
Esaú no fue la única persona en la familia de Jacob que prestó atención indebida
a los deseos carnales. Es evidente que Esaú imitó a su padre Isaac en cuanto a
esto. En Génesis 27, Isaac tenía ciento treinta y siete años. Tenía la vista
empañada por causa de la edad (v. 1), pero no hay indicio alguno de que
estuviera incapacitado en ningún otro sentido. Como Ismael había muerto a los
ciento treinta y siete años de edad, Isaac puede haber sentido la necesidad de
bendecir a Esaú (v. 2). Pero Isaac, en realidad, viviría cuarenta y tres años
más.
Al condicionar su bendición a una comida, Isaac rebajó la importancia de la
bendición a un simple trato de compraventa entre él y Esaú. No sabemos si Isaac
supo que Esaú había vendido su primogenitura. Sin duda Rebeca le había hablado
acerca de la promesa de que el mayor serviría al menor. Pero Isaac había
determinado que Esaú tuviera la bendición familiar, que incluía su lugar en el
linaje del Mesías prometido. Isaac inconscientemente dio una oportunidad para
que lo engañaran Jacob y Rebeca.
Pregunta: ¿Cómo pueden nuestros deseos |% carnales impedirnos que r
conozcamos y obedezcamos la voluntad de Dios?
Al concentrarnos en nuestros deseos y no en Dios y su Palabra, pudiéramos no
estar en condiciones de oír lo que Dios nos está diciendo. Y si queremos
nuestros propios deseos más que la voluntad de Dios, no obedeceremos cuando Dios
sí nos hable.
Rebeca escuchó la conversación de Isaac con Esaú. Ella le transmitió esa
información a Jacob y le ordenó que llevara a cabo su plan (w. 5-8). En los
versículos 9 y 10, Rebeca describió el plan con la urgencia de "ve ahora". Sus
instrucciones terminaron con las palabras que Isaac le había dicho a Esaú: "Para
que [Isaac] te bendiga antes de su muerte."
Pregunta: ¿Por qué es malo emplear el engaño para probar y cumplir la
voluntad de Dios?
Es evidente que Rebeca pensaba que tenía que ayudar a Dios asegurándose de que
Jacob recibiera la bendición. Pero Dios nunca premia el engaño (Levítico
19:11-13). En realidad, nuestro engaño puede estorbar lo que Dios quiere hacer
con sus propios métodos.
B. Jacob, el oportunista
Génesis 27:1-10 trata sobre el plan de Rebeca para engañar a Isaac. En los
versículos 11-17, Jacob y Rebeca se prepararon para su engaño. Rebeca planeó ese
complot, pero Jacob contribuyó a mejorarlo al considerar los problemas, buscar
los cabritos y cooperar con el engaño de Rebeca.
Pregunta: ¿Cuál era el mayor obstáculo en el plan de Rebeca?
La diferencia física entre Jacob y Esaú era la mayor amenaza para el plan (w.
11,12). Observe el temor de Jacob de que pareciera un engañador. Eso es irónico,
ya que su nombre significa "engañador" y estaba en un complot para engañar a su
padre. Pero Rebeca mostró su disposición de correr el riesgo y exigió la
obediencia de Jacob (v. 13).
Jacob obedeció y comenzó a hacer preparativos para engañar a Isaac. Se nos
recuerda que los apetitos de Isaac abrieron la puerta para ese engaño (v. 14).
Rebeca le puso a Jacob la ropa de Esaú, un detalle que resultó importante cuando
Isaac se sintió seguro por el olor de esa ropa (v. 27). La frase "que ella tenía
en casa" (v. 15) nos recuerda que Rebeca era madre de Esaú también. Su
favoritismo por Jacob y el favoritismo de Isaac por Esaú eran igualmente
erróneos.
Es difícil suponer que las pieles de los cabritos que Rebeca puso en los brazos
de Jacob fueran convincentes, pero tal vez el apetito de Isaac lo pusiera en
disposición de ser engañado (v. 16). Cuando Rebeca puso la comida en la mano de
Jacob, había terminado su parte (v. 17).
III. La herencia perdida: (Génesis 27:18-29)
A. Jacob bendecido
A Jacob no lo obligó a obedecer una madre dominante. Fue un activo participante.
Tuvo varias oportunidades de arrepentirse de su engaño, pero persistió. Le
mintió a Isaac no menos de cinco veces sólo en el versículo 19. ¡Lo peor del
caso es que en el versículo 20 puso a Dios de testigo de su falta de honradez!
El disfraz provisto por Rebeca resultó persuasivo, tal vez ayudado por el olor
de la sabrosa carne. La mentira de Jacob pasó la prueba. Isaac aceptó la carne.
Como Isaac había convertido la bendición de Dios en un trato por alimento, la
aceptación de la comida era la implícita aceptación del que la llevaba.
Detestamos las atrevidas mentiras de Jacob. Sin embargo, pudiéramos evitar el
decir la verdad para eludir circunstancias desagradables. Pero cualquier
negativa a decir la verdad es mentira.
Antes que Isaac bendijera a Jacob, se comió los alimentos. Tal vez el vino quitó
algo más de las dudas de Isaac. Sin embargo, no quiso bendecir a su hijo hasta
que lo besara y oliera las ropas de Esaú.
La descripción de Isaac del olor de Esaú nos recuerda cuan a menudo la bendición
de Dios en Génesis está relacionada con la tierra y sus frutos. En realidad, la
primera parte de la bendición es una oración de que Dios siguiera dándole al
hijo de Isaac los frutos de la tierra (v. 28). En la segunda parte, Isaac oró
por la ayuda de Dios y del hombre. Cuando Isaac hizo a su hijo señor sobre sus
hermanos, la bendición que codiciaba Jacob era suya.
No sabemos cómo Dios habría permitido que Jacob recibiera la bendición. Pero
sabemos que su conducta estaba en contra del propósito de Dios. Aunque Jacob
recibió la bendición, no fue .sin pagar un precio. Jacob se vio obligado a
abandonar a su familia, sin ver nunca más a su mamá.
Pregunta: ¿Cómo habría actuado Jacob sí hubiera valorado más layarte
espiritual de su bendición?
B. Esaú juzgado
Después de estudiar el engaño de Jacob, es fácil sentir lástima de Esaú. Pero
recuerde que ya Esaú había sido indiferente con su primogenitura. La cambió por
comida.
Hebreos 12:15-17 presenta el juicio de Dios contra Esaú. Este pasaje pone a Esaú
como ejemplo de alguien que cayó de la gracia. Habiéndola perdido, nunca la
recuperaría. El versículo 15 nos advierte que cuidemos de que nadie caiga de la
gracia de Dios de igual manera. El versículo no está dirigido a una persona.
Está dirigido a la iglesia.
Pregunta: ¿Por qué debemos asegurarnos de que los demás valoren y; su propia
herencia?
La amargura y la inmoralidad son infecciosas. Si el pecado pone un pie adentro,
puede perjudicarse toda la iglesia. La desilusión puede causar más que
apostasía. Algunos han dudado en cuanto a si "fornicario" en el versículo 16 se
aplica a Esaú, ya que no tenemos ningún indicio de que fuera sexualmente
inmoral. Sin embargo, la lectura más lógica del texto griego le aplica ambas
palabras a Esaú. Génesis 25 muestra que los apetitos carnales de Esaú hicieron
que descuidara su herencia. Si vendió su primogenitura por un poco de comida,
sería inclinado a cualquier otro pecado por sus apetitos.
El versículo 17 alude a Génesis 27:34-40. Cuando Esaú le dio valor a la
bendición, ya no estaba a su alcance. Esaú rechazó la gracia de Dios; Dios
rechazó a Esaú. "No hubo oportunidad para el arrepentimiento" significa que ya
Isaac no podía cambiar de idea. Se había dado la bendición.
Esaú perdió la bendición de inclusión en el linaje terrenal del Mesías. Si
descuidamos nuestra herencia, perdemos algo mucho mayor, nuestro lugar en la
familia eterna de Dios. Dios quiera que nunca ocurra.
Pregunta: ¿Qué compromiso debe hacer usted en vista del valor de nuestra
herencia?
Como cristianos, somos herederos de la vida eterna. Esa es la herencia que
debemos valorar más que los bienes terrenales, más que el trabajo, más que
cualquier otra cosa. Pero no podemos obtener esa herencia con nuestros propios
esfuerzos y buenas obras. Sólo hay una forma de poder recibirla: aceptando a
Jesucristo como nuestro Salvador.
Aplicación
Tal vez nunca haya considerado el legado espiritual que únicamente se recibe por
medio de Cristo. Quizás haya esperado que pudiera pasar la eternidad en el cielo
gracias a sus esfuerzos o a su bondad. Pero no podemos ganar la vida eterna; es
un don de Dios (Efesios 2:8,9). Si no ha aceptado ese don, pídale a Cristo que
sea su Salvador. Confiese sus pecados y pídale que lo limpie. Entonces puede
tener la herencia eterna que sólo Él puede dar. ¡Hágalo ahora! ¡No corra el
riesgo de perder su herencia, como la perdió el insensato Esaú!
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