Dios no nos encendió para que nos
mantengamos escondidos detrás de una máscara, partiendo simplemente de
que nos avergüenza reconocer que somos cristianos y llegamos al fatal
error de negar que tenemos a Jesús en nuestro corazón,
apagamos esa luz cuando actuamos de manera contraria a lo que Dios nos
dice en su palabra, la cual menciona que nadie se puede esconder de El y
quien lo pretenda, haciendo cosas ocultas le serán salidas
a la luz, podemos apagar esa mecha encendida también cuando pecamos,
mentimos, cuando llevamos una doble vida, haciendo lo que a Dios no le
agrada.
Dios se
encarga de poner la chispa que va a encender esa luz, pero de nosotros
depende que tan intensa sea y sobretodo mantenerla siempre alumbrando
firme, que ningún viento la pueda apagar. ¨ Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.¨ 1 Timoteo 1:6 (Reina-Valera 1960).
La verdad no se puede esconder, la personas que en realidad tenemos a Dios en el corazón
marcamos la diferencia en cualquier lugar, mostrando una claridad al
final del túnel oscuro y temeroso en el que se encuentran las personas
que nos rodean, pues la idea no es alumbrar para beneficiarnos solo
nosotros sino guiar y direccionar a las personas al camino adecuado,
para que salgan de ese túnel, y así puedan ellos ser usados y encendidos
por Dios convirtiéndose en luz.
¨ Mirad,
pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que
no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.¨ Lucas 8:18(Reina-Valera 1960).
Si tenemos esa llama, ese fuego que
arde por Jesús, no nos conformaremos con poco, sino que el fuego busca
por engrandecerse más y Dios al ver la necesidad y el anhelo deposita
mas en nosotros de ese fuego, el cual crecerá mas y mas, por eso vemos
muchas personas que tienen un gran éxito ministerial y en su relación con Dios,
pero aquellos que tienen la llama apagada, no procuran por provocar esa
chispa y encender la llama, sino que actúan de manera negligente,
queriendo obtener cosas pero no haciendo nada por ellas, porque no
buscan de la presencia de Dios.
¨Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.¨ Juan 8:32 (Reina-Valera 1960).
Qué mejor privilegio que ser guiado por
la luz más fuerte, brillante y perfecta de todas, la cual es nuestro
Señor Jesús, vivamos siempre de su mano, siendo reflejo de su amor y su verdad, llevando esa luz a cualquier lugar del mundo.
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