EL SEÑOR DIOS… LO PUSO EN EL HUERTO…, PARA QUE LO LABRARA Y LO CUIDARA” (Génesis 2:15)
Rechaza cualquier pensamiento de ser la “pobre víctima”
que te robe la paz y te prive de estar contento. Tu trabajo, a pesar de
los desafíos, habría sido el sueño de tus antepasados. ¿No oraste para
conseguir este empleo del cual ahora te quejas? Aunque sea difícil de
aceptarlo, estás en estas circunstancias por un motivo, y sólo será por
algún tiempo. Estudia el curso; haz los exámenes, termina la carrera y
sigue adelante hacia lo que Dios tiene guardado para ti. Hay algo que
tienes que aprender y llevar contigo desde tu situación actual hacia la
próxima. ¿Como qué? (a) Cimentar
aptitudes; (b) Forjar carácter. Aparte de ser hábil con los programas
Excel y Word del ordenador puede que tengas que adquirir paciencia y
gratitud. Posiblemente debes aprender a dirigir una oficina, además de
controlar tus caprichos. Ninguna experiencia es jamás una pérdida de
tiempo para los que aman al Señor.
Escucha: “…todas las cosas los ayudan a bien… a los que conforme a su
propósito son llamados” (Romanos 8:28b). A veces es difícil ver eso en
el mismo instante. Cuando José estuvo en el pozo (lee Génesis 37:23,24) y
más tarde en la prisión (capítulo 39:20), era difícil ver que aquella
“ruta” le conduciría al palacio, pero así fue (capítulo 41:37-45). Dios
tiene un plan magistral para tu vida. Tu presente tarea bien puede ser
una preparación para el trabajo que el Señor tiene pensado para ti. Mira
atrás y ve los pasos que te han hecho llegar al rumbo actual. Después,
confía en que Dios está usando cada experiencia para llevar a cabo su
voluntad en ti ? y tu alegría. “EL SEÑOR DIOS… LO PUSO EN EL HUERTO…, PARA QUE LO LABRARA Y LO CUIDARA” (Génesis 2:15)
El trabajo bien hecho da su propia recompensa.
Nos proporciona un sentido de valor. Sin un propósito, tendemos a
deprimirnos. No caigas en la trampa de la promoción publicitaria
exagerada de los medios de comunicación que dice que la gente de éxito
no tiene que trabajar. Todos fuimos creados para cumplir una finalidad,
independientemente de cuánto dinero haya en nuestra cuenta bancaria.
Quizás has oído predicar que el trabajo fue el resultado de la desobediencia de Adán y Eva (lee Génesis 3:17-19). ¡No!
Aunque es verdad que el trabajo tomó un significado diferente, es un
error creer que nuestros primeros antepasados vivieron sin objetivo.
Desde el momento en que Adán y Eva fueron creados ha estado claro de que
Dios se propuso que fuéramos como nuestro Creador: productivos,
fructíferos y haciendo labores que contribuyen a los propósitos del
Señor. A Adán y Eva se les fue dado el dominio sobre el huerto de Edén
(lee Génesis 2:4-25) y ellos disfrutaron de un nivel máximo de
realización en sus quehaceres, antes de su decisión egoísta de
desobedecer. Escucha: “Tomó… Dios
al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo
cuidara. El Señor Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo y
toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viera cómo las
había de llamar; y el nombre que Adán dio a los seres vivientes, ése es
su nombre” (Génesis 2:15,19).
La descripción del primer trabajo consistió en nombrar y supervisar, ¡la posición del gerente más alto!
Asimismo, Eva, como ayudante de Adán, fue creada para tomar parte en
estos empeños. Un hombre que no tiene mucho trabajo no necesita un
asistente. De tal modo, no hace falta que busques más lejos: ¡leyendo tu Biblia te darás cuenta de que el trabajo productivo es el plan de Dios para tu vida!
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