“Después de la caída, quien queda…” así dice el canto muy querido en
nuestras radios cristianas y apela a que debemos de saber que las hay,
algunas son fuertes y otras dolorosas además el canto nos invita a que
seamos ese amigo en todo tiempo, para mí es una exhortación cantada
bellísima.
En nuestros tiempos no estamos exonerados de esto, de hecho ni en el
pasado una frase famosa de San Agustín dice y cito: “Quien no es tentado
no es probado y quien no pasa por la prueba no adelanta.” Y es que
definitivamente las pruebas nos afinan, nos pulen y en ellas nos damos
cuenta del material del cuál somos hechos, cuando pasamos por
vicisitudes en la vida, pruebas y desiertos, sean estos provocados por
nosotros mismos o bien por segundas personas, es allí donde nos damos
cuenta de muchas cosas alrededor, de muchas cosas que a lo mejor no
valoramos o descuidamos.
Son en las pruebas precisamente donde descubrimos quienes están a
nuestro lado e incluso quienes son los verdaderos amigos. Una caída no
necesariamente es un fracaso o un “fin del mundo” muchos han visto un
mejor despertar y comenzar en su vida gracias a un trance amargo,
vuelvo y repito sea este provocado por nosotros mismos o por otras
circunstancias.
Estamos al frente de una comunidad que olvida los valores y los
tiempos de bonanza en un líder y rápidamente desecha al mismo por un
grave error, sin recordar que aquel es un ser tan humano como ellos
mismos.
Mahatma Gandhi escribió una vez “Puesto que yo soy imperfecto y
necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar
los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que permita
ponerles remedio.” Deberás que provoca semejante frase reflexionar,
nuestra misericordia debe ser importantísima en un momento cuando
alguien pasa por una caída, pero lamentablemente nuestra misericordia se
vuelve tipo vaquera, primero disparamos y luego preguntamos, la Biblia
dice: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.” Santiago 2: 13.
No mis amados hermanos y hermanas no estamos exentos de una caída, o
si bien le parece decir de un “resbalón” eso puede tocar la puerta en
cualquier momento y con cualquiera, el punto es ¿Cómo vamos a manejar el
conflicto?, ¿Será necesario ventilar algo a la luz pública?, ¿Está toda
una congregación capacitada para escuchar la falta de su líder?, ¿Es
necesario exponer todo los detalles de la caída y los involucrados? La
historia refleja que no hemos manejado estos conflictos con sabiduría y
hemos echado limón en la herida en lugar de sanar, la Palabra es clara y
concisa cuando señala: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu
de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la
ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí
mismo se engaña.” Gálatas 6:1-3.
Pablo instó a los Gálatas a restaurar y restaurar es volver al
propósito original, no existe tanto dolor que cuando nos fallan o cuando
nos desilusionan, pero debe ser parte de nuestra madurez espiritual el
no tomarnos por sorpresa una caída de otro hermano o hermana, el nivel
de madurez nuestro incluye la facultad de no ver el pecado, error o
falla (llámele como quiera) sino ayudar y brindar una mano, tener la
sabiduría para conseguir los elementos necesarios para minimizar la
caída o los efectos que esta provoca, muchas veces tener la mente tan
amplia para armar el rompecabezas que la caída ha hecho, después habrá
tiempo para reprender, exhortar pero el tratamiento de eso es importante
para que no provoque más dolor o innecesaria molestia en otros que a lo
mejor no tendrán el temple necesario para manejar algo así. No existe
pecado que Dios no pueda perdonar y no hay caída en donde no se pueda
levantar.
¿Dime algo, de qué parte estás? ¿De parte del problema o de parte de
la solución? Líder amigo y amiga con Dios siempre habrá borrón y cuenta
nueva.
Pastor Julio Barquero.
Iglesia Nueva Esperanza, para El Misionero.
Houston, Texas.
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