Algunos de nosotros estamos tan determinados en probar la existencia
de Dios, que perdemos todo el concepto de la fe. El Señor no puede ser
demostrado o explicado. En el análisis final, sólo se le ha conocido por
fe – y la fe reta el entendimiento. Si la salvación se basara en el cociente intelectual, la mayoría de nosotros no tendría la más mínima posibilidad de salvarnos. Pero Dios lo diseño así para que “(E)[el] que… por torpe que sea, no se extraviará” y niños puedan “…entrar(éis) en el Reino de los Cielos” (Mateo 18:3b).
Generalmente, nuestras luchas más duras surgen por querer explicaciones y pruebas. Por eso, Pablo dijo: “El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del espíritu es vida…” (Romanos 8:6).
El Señor está buscando a personas que simplemente le tomen por su
Palabra. Cuando las encuentra, las usa en gran medida y les recompensa
enormemente.
Él encontró en el Antiguo Testamento a un hombre llamado
Abram y le llamó su amigo (ver 2 Crónicas 20:7b). ¿Fue así porque
Abraham era perfecto? Apenas; no sólo una, sino dos veces
mintió diciendo que su mujer era su hermana. Y cuando Dios le dijo que
dejara a sus familiares, ¡él decidió llevarse a su sobrino y su
suegro! Pero una cosa que tenía a su favor era que “Abram creyó al Señor
y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). ¡La fe te da con Dios un
“cheque por cobrar”!
Hebreos, capítulo 11 hace la crónica de una lista de personas que
recibieron bendiciones por medio de su fe. Igual que el dinero en el
mundo natural, la fe es el cambio utilizado en el Reino de Dios. Desafía la razón, transciende el sentimiento, y cada vez tiene resultados. Por lo tanto, ¡empieza hoy a usar tu fe!
No hay comentarios:
Publicar un comentario