domingo, 23 de febrero de 2014

Para los padres cristianos

El crecimiento y el desarrollo del niño Jesús era probablemente un motivo de admiración constante para sus padres, José y María. “El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él… estaba sujeto a ellos” (Lucas 2:40, 51). Incluso cuando ellos no comprendían el sentido de lo que Jesús decía, su madre guardaba en su corazón todo lo que le concernía y meditaba en ello con gozo. Nosotros también podemos contemplar con admiración, al leer los evangelios, a Aquel que, nacido de mujer, era y es Dios manifestado en carne, en toda la perfección de su humanidad, santo y sin mancha.

¡Qué diferencia con nuestros hijos, tan parecidos a nosotros! Su naturaleza, marcada desde el nacimiento por el pecado, muestra rápidamente la voluntad propia, pese a la belleza y frescura de la infancia. Entonces, ¿en qué puede este modelo único de la infancia de Jesús, el Hijo de Dios, animar y estimular a los padres cristianos? Si Jesús comenzó y continuó su camino en la tierra de manera perfecta, no era para condenarnos a nosotros, hombres pecadores. No, él fue hasta morir en una cruz para salvarnos, para borrar nuestros pecados y darnos su propia vida.


Una de las maravillas de su gracia es que, si bien es cierto que nadie puede imitar su vida perfecta, hace más de 2.000 años Jesús abrió un camino nuevo y vivo por el cual cada uno es invitado a entrar y a seguirle desde la infancia (véase Hebreos 10:19-22).

La Palabra de Dios dice a nuestros hijos: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Efesios 6:1). La Biblia los coloca en la actitud que tuvo Jesús cuando era niño. ¡Qué ánimo para los padres a fin de criar a sus hijos en el amor y el temor del Señor! (Tito 2:14; Efesios 6:1, 4). ¿Qué nos aportan a nosotros, padres, los versículos del día?
–Crecer en sabiduría: Ningún padre puede salvar el alma de su hijo. Sin embargo, los padres tienen el privilegio de transmitir a sus hijos las enseñanzas de la Biblia que pueden guardarlos y conducirlos a la salvación (2?Ti-moteo 3:15). Esto requiere, por supuesto, que ellos mismos se dejen dirigir por estas enseñanzas.


–Crecer en estatura: Los padres cristianos, sin descuidar los consejos y cuidados médicos, deben confiar primeramente a Dios los problemas de salud de sus hijos.
–Crecer en gracia para con Dios: Jesús el Salvador también es el perfecto modelo. Los padres deben orar para que sus hijos conozcan personalmente a Aquel que los guardó desde su infancia y para que sigan sus pisadas.
–Crecer en gracia para con los hombres: Cada niño tendrá que vivir entre los hombres de este mundo. Enseñémosles a comportarse siempre con rectitud, dulzura y humildad.


Padres cristianos, la tarea es difícil, incluso imposible sin Él. Pero “fiel es Dios” (1 Corintios 10:13). Miremos a Aquel que “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20).

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