Permíteme hablarte de corazón a corazón:
a todo el mundo le gusta soñar. A mi me encanta soñar. Yo soñaba con
ser astronauta, dejar la tierra y verla a través de la famosa ventanilla
redonda de las películas, ¡estremecer el cielo! Sin embargo, hay un
momento en la vida donde uno se da cuenta que para estremecer el cielo
se necesita más que un sueño.
Verás, un sueño es algo que alguna vez
tú quisiste que pasara, un sueño se consume en muchos y pequeños
objetivos que puedes alcanzar a corto o largo plazo, y una vez
alcanzados, tu sueño se ha cumplido. No hay nada después de un sueño
cumplido, a menos que empieces a soñar con otra cosa!
Yo quiero hablarte de algo más poderoso
que un sueño, capaz de mover naciones, cambiar opiniones, revolucionar
sistemas políticos, cambiar mentalidades religiosas, te hablo de Los
Ideales. Un ideal es el nivel al que te gustaría llegar, es el más
grande objetivo, algo que es tan grande que sólo tu puedes concebir. Es
algo por lo que se vive y hasta por lo que se muere.
La gente con sueños se dedica a
alcanzarlos, pero la gente con ideales se dedica a perpetuarlos. Un
sueño se queda en una persona, pero un ideal se traspasa a las
generaciones. Sé de un hombre que nunca le tuvo miedo a nada, los que lo
conocieron lo describen como un hombre pequeño, pero respetado. Sus
padres tenían un negocio de construcción de viviendas y pertenecían al
partido político más ardiente del nacionalismo judío de aquel entonces.
Eran celosos de la religión. Su carrera jurídica fue impecable, y aunque
era un hombre público, nunca tuvo tiempo para los pobres. En su casa lo
llamaban Saulo, pero la historia lo reconoce como Pablo.
A más de 1900 años, su historia es una
novela, pasó de apedrear cristianos a defenderlos, de torturar a ser el
torturado, de perseguidor a fugitivo, sólo por defender el ideal de
alguien a quien nunca conoció: Cristo y la salvación del ser humano.
Allí estaba Pablo, a punto de perder la vida en un barco, perdido en el
mediterráneo con 276 personas, la mayoría criminales, vomitando lo poco
que había comido. Imagínate un barco a merced de un huracán, sin
brújula, su sueño nunca fue terminar remando un barco, pero un ideal lo
mantuvo vivo. Pablo era una persona muy intensa, el hablaba de la
justicia, de la igualdad, del respeto, del amor, ese era el ideal del
Cristo que nunca conoció.
Se tildaba loco por creer lo que creía,
en una era de desigualdad y religiosidad, el sólo dijo: “¡Abran sus
mentes y sean libres! ¿Azotado? me dieron duro, ¿desnudo?, ¿también
moribundo? ¡ni hablar! ¿desvelado? ¡ya ni duermo! Como no teniendo nada,
más poseyéndolo todo. Y aun así prosigo al blanco!”
No, no era un sueño, de hecho, nadie
sueña en un barco hundiéndose, lo único que Pablo dijo a 14 días de
naufragio fue “No se desanimen”. ¿Cómo alguien a riesgo de morir puede
creer en el ánimo?
Te soy honesta, la gente hoy en día vive
para soñar, sueñan con ser gerentes, directores ejecutivos de compañías
exitosas. Líderes de iglesias abarrotadas de gente, genios de ideas
millonarias, y no es malo soñar, pero los sueños son meramente objetivos
y los objetivos una vez alcanzados ya no son objetivos.
Pablo en cambio perseguía algo eterno,
este hombre buscaba la paz, la justicia en la verdad, y quién más
verdadero que el Cristo del que hablaba. Ese Cristo que vino al mundo a
hablar de perdón y de oportunidades, que murió por un ideal solo para
darle la oportunidad al mundo de ser libre. Cambió mentalidades, repudió
la tradición, expuso la mediocridad de fariseos vestidos de religión,
conmovió su nación, movió al mundo, y hoy por hoy la historia se divide
en antes y después de Cristo.
El mundo necesita de gente con ideales,
buenos ideales, gente que lejos de soñar se atreva a romper con el
círculo vicioso de la comodidad, de sacrificar sus sueños por valores
eternos.
Dime algo, cuando te levantas, ¿cuál es
tu primer pensamiento? ¿Qué esperas de la vida? Perdón, hice mal la
pregunta, ¿Qué esperas darle a la vida? La gente con sueños espera a que
las cosas pasen, pero la gente con ideales hace que las cosas pasen.
Tus sueños revelarán tus obstáculos, en cambio tus ideales revelarán tus
oportunidades. Cuando te enfocas en las oportunidades y no en los
obstáculos, es muy difícil que te desanimes.
Pregúntate: ¿Por qué luchas cada día?
¿Qué persigues? Tal vez, no estás en el escritorio que querías, no usas
el traje del maniquí, no te sientas en la silla de tu jefe y no firmas
los cheques con muchos ceros, pero siempre y cuando mantengas buenos
ideales, tarde o temprano sus principios te ubicarán donde querías
estar. Hay algo más poderoso en esto, admiro la cultura judía, los
judíos siempre piensan en sus generaciones, no almacenan para ellos pero
sí para sus hijos, no se preocupan por su destino, pero sí por su
dinastía, es lo ideal.
¿Qué quieres dejarle a tus hijos? Tal
vez no tengas mucho en tu cuenta bancaria, y tus sueños se hayan ahogado
en el huracán de incertidumbres, pero recuerda que los ideales son
eternos..enséñales el amor, el sentido de la victoria en medio del
fracaso, el deseo de caminar cuando no haya más camino, el anhelo de
creer cuando ya mas nadie quiera, la justicia en medio de la guerra.
Recuerda que el mundo apuntará para matarte, pero los ideales… ¡Son a
prueba de balas!

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