“LOS HIJOS… SON RICAS BENDICIONES…” (Salmo 127:3 DHH)
Si te has olvidado de lo afortunado que eres de tener una familia con hijos, lee: “¡Estaba
harto! Los niños no paraban de hacer ruido, estaban pesados,
insoportables. Me sentía muy cansado y bastante hastiado; mi mujer
también. Así que decidí escapar de todo y tomarme un día para mí -un día
para hacer lo que me viniera en gana. Disfrutaría lo máximo, sería
egoísta, no me privaría de nada y sólo me preocuparía de mí mismo. Salí
de casa con dinero en el bolsillo. ‘¡Libre al fin!’ me dije a
mí mismo, mientras me alejaba de la casa en el automóvil. Me fui a un
centro comercial, disfruté mucho en una librería y compré la colección
de poemas de Walt Whitman.
Después fui a un McDonald´s y pedí dos hamburguesas
con patatas fritas y una gran cola. Comí todo sin que nadie mi
interrumpiera, sin tener que limpiar la boca, la nariz o el trasero de
ningún niño. Luego me pedí el helado de chocolate más grande que había. ¡Era libre! ¡Estaba fuera de la ciudad!
Después fui al cine y vi una película, sin comprar palomitas, sin tener
a nadie sentado encima de mis piernas y sin tener que acompañar a nadie
al servicio. Era un hombre libre, estaba viviendo a tope -pero me
sentía triste. Cuando llegué a casa, todos estaban dormidos. Al meterme
en la cama, mi esposa me dijo: ‘Te echamos de menos.’ A lo que respondí: ‘Yo también’. Nunca más volví a irme de casa”.

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