La clave de una vida familiar feliz es saber tomar buenas
decisiones. Pero no todos tenemos una capacidad innata de saber lo que nos
conviene, y muchos parecen estar predispuestos a lo contrario. Ser personas de
coraje, haber recibido estudios o ser más entrado en años son factores que
tampoco ayudan, por sí solos, a la hora de elegir. Convivir con personas que
saben elegir es sabio, pero esa capacidad no se contagia. Por eso, enseña a tus
hijos esta faceta de la vida lo antes posible(Proverbios 22:6).
Enséñales los siguientes principios:
1) Las decisiones tienen consecuencias, buenas y malas. Lo que gobierna su vida no son las circunstancias, sino
las decisiones que toman al respecto. A lo mejor crees que tus hijos ya saben
eso, sin embargo es más bien lo contrario. Cuando son adolescentes, debido a
todos los cambios por los que pasan, no acaban de entender la relación entre
causa y efecto, algo que van captando hacia el final de la adolescencia.
Preguntarles cosas como ‘¿En qué estabas pensando cuando hiciste eso?’ no
tendrá por respuesta más que el típico encogerse de hombres y la mirada
perdida. No son tontos -pero necesitan guía-.
2) Siempre hay más de una alternativa. Con frecuencia los niños se sienten impotentes y
desarmados ante circunstancias negativas. Suelen pensar en blanco y negro; es
decir, las cosas solo pueden ser o buenas o malas. Ayúdales a entender que
aunque algo sea malo, aun así se pueden tomar buenas decisiones al respecto.
Los niños con una mentalidad dicotómica suelen convertirse en adultos
pesimistas, vulnerables, fáciles de manipular y con tendencia a la depresión.
Pero si saben que siempre pueden elegir lo bueno, eso les evitará que su vida
sea regida por las circunstancias.

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