Leer: Salmo
86:1-13 | La Biblia en un año: 1 Tesalonicenses 3
… te
llamaré, porque tú me respondes (v. 7).
Cade Pope,
un niño de doce años, envió por correo 32 cartas manuscritas; una para cada
directivo de la Liga Nacional de Fútbol (NFL) de los Estados Unidos, en la que
decía: «A mi familia y a mí nos encanta el fútbol. Participamos en las
competiciones del fútbol de fantasía por Internet y miramos los partidos todos
los fines de semana […]. ¡Estoy listo para elegir un equipo para alentar por el
resto de mi vida!».
El dueño del
equipo Carolina Panthers le contestó con una nota también manuscrita, que
empezaba diciendo: «Sería un honor que nuestro [equipo] sea tu equipo. Te
sentirás orgulloso de nosotros». Esa carta no solo fue personal y afectuosa…
fue la única respuesta que recibió. Por supuesto que Cade se convirtió en un
fiel aficionado de los Carolina Panthers.
En el Salmo
86, David habló de su lealtad al único Dios verdadero: «En el día de mi
angustia te llamaré, porque tú me respondes. Oh Señor, ninguno hay como tú
entre los dioses» (vv. 7-8). Nuestra devoción a Dios se origina en su carácter
e interés por nosotros. Él es quien contesta nuestras oraciones, nos guía por
su Espíritu, y nos salva por medio de la muerte y la resurrección de su Hijo
Jesucristo. Por eso, merece nuestra lealtad para toda la vida.
Señor,
quiero ser cada día más fiel a ti.
Solo Dios es
digno de nuestra adoración y devoción.
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