Volábamos en un aeroplano de la ciudad de Denver, Estado de colorado, a la de Chicago, estado de Illinois. Por radio
se le dijo al piloto que al llegar a esta ciudad no podría aterrizar
porque había muchas nubes y las condiciones atmosféricas en general no
eran favorables.
Cuando llegamos sobre Chicago no veíamos nada, sino únicamente nubes
blancas, y permanecimos media hora volando en círculos sobre la ciudad.
Repentinamente el aeroplano descendió en línea recta y aterrizamos con precisión en la pista que nos correspondía.
La constante comunicación entre el operador de radio
del aeropuerto y el piloto, por ese medio que no veíamos ni
entendíamos, hizo que pudiéramos descender en el momento y en el lugar
más conveniente.
Esto nos ilustra cómo Dios se comunica con el hombre por medio del
Espíritu Santo, y que “Aunque andemos en valle de sombra de muerte, No
temeremos mal alguno, porque Él estará con nosotros (Salmos 23:4); de
esta manera podemos tener seguridad de éxito en nuestra vida espiritual y
material si nos dejamos guiar por su voz.
Salmos 43:3
Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas
Salmos 31:3
Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
Salmos 139:9-10
Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.
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