Mas tú, oh hombre de Dios…Pelea la buena batalla de la fe… – 1 Timoteo 6:11,12a
Cuando usted se encuentre entre la espada y la pared, no se ponga a
rogarle a Dios que derribe la pared por usted; así no es como Él hace
las cosas. Dios le dará el plan y el poder y le garantizará la victoria.
Pero será la mano suya, no la de Él, el instrumento que Dios utilizará
para hacer lo que Él quiere hacer. Pero usted debe extender su mano;
¿cómo?: hablando la Palabra y poniéndola en práctica, aun cuando las
circunstancias estén contra usted.
Hace 27 años Dios me dio una revelación impresionante por medio de
una visión que tuve en Beaumont, Texas. Estaba haciendo oración,
preparándome para ministrar en el culto, cuando de repente me vi de pie
en el púlpito del templo. Al mirar hacia arriba, vi un dragón horroroso y
feo, metiendo su cabeza por la puerta del templo. Conforme entraba, su
cuerpo se expandía como un globo, llenando todo el lugar. El dragón
lanzaba fuego y humo; y cuando dirigió el fuego hacia mí, casi quemó mi
ropa.
Cuando caí al suelo, vi a Jesús cerca de mí con una espada en su mano. “¿Por qué Jesús no hace algo? – pensé yo – . ¿No se da cuenta de que estoy en un aprieto?”
Pero Jesús no se movió; solo frunció un poco el ceño. Pude notar que
Él estaba molesto conmigo. La Biblia dice que Dios no se agradó de los
que quedaron tendidos en el desierto (1 Corintios 10:5).
Él tampoco se agradó de mí al verme ahí tendido en el suelo, derrotado.
Entonces me ofreció la espada, apuntando hacia el dragón. La mirada de
su rostro decía: ¡levántate!
Extendí mi mano para tomar la espada, y antes de que la tocara, Él la
soltó, y la espada quedó suspendida en el aire. Entonces la tomé y
empecé a levantarme. Al tomarla, la espada no solo se mantuvo firme en
el aire, sino que empezó a elevarme.
Cuando me incorporé, toqué el mentón del dragón con la espada, y al
tocarlo, el dragón se partió a lo largo. Pude ver con mis propios ojos
al dragón partido en dos. Mire asombrado la espada y dije: “¿Por qué no la había utilizado antes?”
No espere que Dios mate al dragón de su vida. Usted tiene a su alcance la espada del Espíritu: la Palabra todopoderosa del Dios viviente. Tómela y empiece a blandirla.
Escritura Devocional para leer : Josué 11:5-23
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