“…CADA UNO ES TENTADO, CUANDO DE SU PROPIA PASIÓN ES ATRAÍDO Y SEDUCIDO” (Santiago 1:14)
Antes de ceder a la tentación pasamos por ciertas etapas:(a) Nos endurecemos por descuidar la oración y la lectura de la Biblia. Insensibles al peligro, nos encontramos atraídos a él como una polilla a la llama.
(b) Comenzamos a racionalizar y concluimos: `Nadie lo sabe, entonces, ¿qué daño puede hacerme esto?’.
(c) A medida que nuestro apetito carnal aumenta, nuestra conciencia se erosiona.
(d) Nos rodeamos de otros que hacen lo mismo, o están dispuestos a mirar a otro lado.
`Pero yo nunca haría tales cosas’, te dices. A lo mejor, ¿pero qué cosas sí harías? También surge otra pregunta más: ¿Has llegado ya a la hora de prueba? Cuando Jesús dijo a Pedro que negaría a su Señor, él contestó: “¡De ninguna manera!” (lee Mateo 26:34-35). Sin embargo, pasadas unas pocas horas, ya había “caído de bruces” (lee versículos 69-75). Santiago dijo: “…cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido” (Santiago 1:14). Hay áreas vulnerables que si no son disciplinadas por medio de compromiso y carácter, tienen la capacidad de destruirte.“¿Qué puedo hacer entonces?”, te preguntarás. Cuando Josafat se encontró con un enemigo demasiado grande para manejarlo él solo, oró: “…no tenemos fuerza con que enfrentar a la multitud tan grande… no sabemos qué hacer, y a Ti volvemos nuestros ojos” (2 Crónicas 20:12b). Josafat entendió tres cosas: (a) Sabía que en su propia fuerza no era ninguna amenaza para el enemigo; (b) Era lo bastante humilde para reconocerlo y buscar ayuda; (c) Sabía a dónde acudir: “…a Ti volvemos nuestros ojos”. ¿Cuál es el secreto de la victoria? Apóyate en Jesús, y ¡no en ti mismo!
“HUYE… DE LAS PASIONES JUVENILES Y SIGUE LA JUSTICIA?” (2 Timoteo 2:22)
En Génesis, cuando Eva miró al árbol en medio del huerto, ella “(ver) [vio]… que… era bueno para comer [y] tomó de su fruto…” (Génesis 3:6). ¡Ten cuidado! El tentador está enterado de lo que nos atraerá a cada uno de nosotros. Él sabía que Dios tenía grandes planes para Eva, y por lo tanto decidió seducirla, para así dar un golpe mortal a sus descendientes. Entiende esto: la batalla trata siempre de tu futuro. La cuestión no es solamente acerca de ti, sino referente a aquéllos que el Señor quiere bendecir a través de ti.Mira a Sansón: su carácter no hacía juego con su fuerza y habilidad en el lugar de trabajo (lee Jueces 14). Se engañó pensando que podría vivir como quisiera y escapar de las consecuencias. Su vida es una “mina” de lecciones valiosas, tales como: (a) Tener éxito en un área no hace que estés inmune al fracaso en otros; (b) La tentación siempre vuelve a la escena de su logro anterior; (c) “Coquetear” con la seducción causa una inevitable derrota; (d) Aunque cedas a la tentación, eso no significa que te aparte de la gracia de Dios pero sí puede limitar tu utilidad para Él; (e) Donde nos consideramos más fuertes es donde con menos probabilidad nos preparamos para el ataque.
Pablo escribió: “Huye… de las pasiones juveniles y sigue la justicia?” (2 Timoteo 2:22). ¿Recuerdas la famosa canción de Kenny Roger, “El Jugador”? “Debes saber cuando frenarlas, saber cuando encerrarlas, saber cuando alejarte, y saber cuando irte corriendo”.
Esto es lo que hizo José. Él decidió que sucumbir ante la esposa de Potifar sería “…pecar… contra Dios…” (Génesis 39:9b), así que huyó de su casa (lee versículo 12b). El Señor no es deshonrado si sales corriendo; es deshonrado cuando no lo haces…
No hay comentarios:
Publicar un comentario