No es este el lugar de reposo, pues está contaminado (por el pecado). Miqueas 2:10.
(Cristo) vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos. Efesios 2:17.
El hombre es incapaz de encontrar la tranquilidad en un mundo
destrozado por la violencia y consumido por la corrupción. Sin embargo
Dios, en su gracia, quiere ofrecerla a todos. El que reconoce su
culpabilidad ante Dios y acepta por fe la liberación que él le da,
recibe la paz de la conciencia. “Creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro”. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios” (Romanos 4:24; 5:1). Después de resucitar, Jesús dijo a sus discípulos: “Paz a vosotros” (Juan 20:19). Él hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20).
Al que cree se le ofrece también la paz del corazón: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Podemos dejar en sus manos todas nuestras preocupaciones. ¡Que podamos decir: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación”! (Salmo 62:1).
La Biblia nos dice que después de haber creado los cielos y la tierra, Dios descansó (Génesis 2:2),
pues todo lo que había hecho era perfecto. Pero el hombre desobedeció y
corrompió todo, de modo que el reposo de Dios se vio perturbado.
Entonces Dios tuvo que trabajar (Juan 5:17)
y hacer una obra de un valor infinito: dio a su Hijo unigénito para ser
el Salvador del mundo. El descanso de Dios sólo será perfecto cuando
todo su plan se haya cumplido. Entonces “descansará en su amor” (Sofonías 3:17, V.M.).
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